8 de abril de 2006

Cinco simulacros negros

Han cambiado tantas cosas en tan poco tiempo que, sin embargo, todo parece que sigue igual. Otros cariños amueblan la casa de la fotografía y de los negros simulacros sólo dos continúan disfrutando del placer de ver sin ser vistos. Este año no se ha podido repetir esta estampa. De hecho creo que ni se repetirá. De ahí su grandeza; la de un recuerdo apresado y comprimido. Las horas de éxtasis se reducen ya al reino de nuestra imaginación y a la contemplación de algunas fotografías como ésta. Si algo he echado de menos esta tarde ha sido la gloria bendita de vestir la túnica del Cristo de la Caridad. Pero todo no puede ser. Los placeres de la coherencia a veces dejan este ingrato regusto.