Por la mañana se perdona todo y además hace sol. Sales de la casa con una corbata y dices muchas veces coño. Coño, qué alegría, coño, qué buen día y coño, qué de gente. Porque el Domingo de Ramos hay mucha gente en la calle. Siempre nos sorprendemos y siempre decimos que hay más pero yo creo que es que se nos formatea el disco duro cada Miércoles de Ceniza y empezamos a absorber de nuevo y nos empapamos de la misma muchedumbre pero nos sorprende como nunca, cada año un poquito más. En San Pedro te ponen un lazo y hay mucha gente en la puerta con traje. En vez estar cerrada a las 11 de la mañana todo el año podían decir las misas que se ponen a decir hoy. La gente que quiere entrar a ver los pasos, cuatro pasos, no puede y se queda en la puerta y mañana San Pedro a esta misma hora estará cerrada. Con la de llaves que hay en la fachada que da a Ricardos y ninguna sirve para abrir cuando debe esta iglesia. Alguna vez la Borriquita ha pasado por Ricardos. Un año, incluso, lo hizo por la tarde cumpliendo con puntualidad británica lo pactado con la hermandad de la Cena que salió nerviosa pero a su tiempo y ahora que no hay prisa la cofradía baja por Real y evita Ricardos. Nos va el riesgo.
Yo la Borriquita no la veo salir ni entrar. La puerta fui a verla el día del Pregón y con eso me bastó y al Señor de la Victoria lo veo muchos domingos de noviembre porque para hacer la Comunión en el Espíritu Santo hay que ir a misa los domingos a las siete y media. Pero hoy, antes de encontrarme con Él tengo que ver otros altares. La visita de rigor al corazón y luego a la amistad y la familia. Y ya sí se puede producir el reencuentro. La Borriquita la veo en las cuatro calles. Baja con mucho sol y retraso. La Virgen de la Paz es un paso de palio que va sin prisa por la vida porque no le arrea ninguna Cruz de guía por detrás como a sus hermanas de la tarde y bien que hace. Llegan todos con retraso a la Carrera oficial pero, coño, que es Domingo de Ramos y los males son menos males. Brilla un sol de domingo y hace mucho frío frente a las fachadas de Navarro Rodrigo que dan sombra. La cofradía pasa camino de la espalda verde de un hermano de la Salle y aprovechamos para saludar a José Pérez Cruz, su primera Semana Santa al frente de la banda de la Cañada. En esta calle, el sol, las cabezas y los globos te traen la primera cofradía en 16:9 de la Semana. También llegan los primeros cagajones del día. Con cuidado te despides de unos y almuerzas brevemente con otros que, a la tarde, hay platos fuertes, postre, copa y puro.
Yo la Borriquita no la veo salir ni entrar. La puerta fui a verla el día del Pregón y con eso me bastó y al Señor de la Victoria lo veo muchos domingos de noviembre porque para hacer la Comunión en el Espíritu Santo hay que ir a misa los domingos a las siete y media. Pero hoy, antes de encontrarme con Él tengo que ver otros altares. La visita de rigor al corazón y luego a la amistad y la familia. Y ya sí se puede producir el reencuentro. La Borriquita la veo en las cuatro calles. Baja con mucho sol y retraso. La Virgen de la Paz es un paso de palio que va sin prisa por la vida porque no le arrea ninguna Cruz de guía por detrás como a sus hermanas de la tarde y bien que hace. Llegan todos con retraso a la Carrera oficial pero, coño, que es Domingo de Ramos y los males son menos males. Brilla un sol de domingo y hace mucho frío frente a las fachadas de Navarro Rodrigo que dan sombra. La cofradía pasa camino de la espalda verde de un hermano de la Salle y aprovechamos para saludar a José Pérez Cruz, su primera Semana Santa al frente de la banda de la Cañada. En esta calle, el sol, las cabezas y los globos te traen la primera cofradía en 16:9 de la Semana. También llegan los primeros cagajones del día. Con cuidado te despides de unos y almuerzas brevemente con otros que, a la tarde, hay platos fuertes, postre, copa y puro.