
Allí [Cartagena] se embarcaron D. Gustavo y su hijo para Almería.
—Vamos a pisar ya la tierra de María Santísima— dijo Riera.
La gradación ha sido bien marcada desde que salimos de Barcelona; primeramente el catalán, después, en Castellón, un valenciano catalanizado; en Alicante un catalán castellanizado; en Cartagena un castellano andaluzado; ahora oiremos el habla andaluza pura.
Octavio se alegró mucho de poder hacer un viaje por mar, cansado ya de tanto ferrocarril. Hermosa costa, ciertamente, la que fueron bordeando. A su salida de Cartagena vieron proyectarse al N. el histórico cabo de Palos; arrimándose después a tierra, vieron levantarse las montañas de la Sierra de la Estancia y, asentadas a la orilla del mar, las blancas y preciosas villas de Águilas, Vera y Sorbas. Doblaron luego el cabo de Gata y entraron en una hermosísima bahía en el fondo de la cual descansaba la que fue llamada la perla de los mares, la Urci de los romanos.
No es posible decir en virtud de qué secreto instinto hubo Octavio de sentir previas simpatías por la ciudad que se disponía a visitar, no quedando, a Dios gracias, defraudadas las esperanzas que había concebido de que Almería había de gustarle.
—¡Almería —dijo— es una perla morisca dentro de un estuche moderno!
Y, en efecto, Almería es muy interesante ciudad. Préstanla mucha seducción los restos árabes de la Alcazaba que domina la población; las calles de la parte alta o antigua son tortuosas y estrechas, pero limpias como el oro, conociéndose que se presta mucha atención a la policía urbana. Bonitas son sus plazas; la catedral es singular: es un edificio gótico de a mediados del siglo XV, pero que, con sus almenadas torres en los cuatro ángulos, semeja mejor una fortaleza, y fortaleza era, habiéndose dado dicha disposición para rechazar las irrupciones que en aquellos tiempos hacían con harta frecuencia en nuestras costas los piratas berberiscos.
La parte moderna en nada se diferencia de lo que son los barrios modernos de todas nuestras ciudades.
—Vamos a pisar ya la tierra de María Santísima— dijo Riera.
La gradación ha sido bien marcada desde que salimos de Barcelona; primeramente el catalán, después, en Castellón, un valenciano catalanizado; en Alicante un catalán castellanizado; en Cartagena un castellano andaluzado; ahora oiremos el habla andaluza pura.
Octavio se alegró mucho de poder hacer un viaje por mar, cansado ya de tanto ferrocarril. Hermosa costa, ciertamente, la que fueron bordeando. A su salida de Cartagena vieron proyectarse al N. el histórico cabo de Palos; arrimándose después a tierra, vieron levantarse las montañas de la Sierra de la Estancia y, asentadas a la orilla del mar, las blancas y preciosas villas de Águilas, Vera y Sorbas. Doblaron luego el cabo de Gata y entraron en una hermosísima bahía en el fondo de la cual descansaba la que fue llamada la perla de los mares, la Urci de los romanos.
No es posible decir en virtud de qué secreto instinto hubo Octavio de sentir previas simpatías por la ciudad que se disponía a visitar, no quedando, a Dios gracias, defraudadas las esperanzas que había concebido de que Almería había de gustarle.
—¡Almería —dijo— es una perla morisca dentro de un estuche moderno!
Y, en efecto, Almería es muy interesante ciudad. Préstanla mucha seducción los restos árabes de la Alcazaba que domina la población; las calles de la parte alta o antigua son tortuosas y estrechas, pero limpias como el oro, conociéndose que se presta mucha atención a la policía urbana. Bonitas son sus plazas; la catedral es singular: es un edificio gótico de a mediados del siglo XV, pero que, con sus almenadas torres en los cuatro ángulos, semeja mejor una fortaleza, y fortaleza era, habiéndose dado dicha disposición para rechazar las irrupciones que en aquellos tiempos hacían con harta frecuencia en nuestras costas los piratas berberiscos.
La parte moderna en nada se diferencia de lo que son los barrios modernos de todas nuestras ciudades.
Alfredo Opisso y Viñas
España y Portugal; su historia, su geografía, su arte y sus costumbres
Barcelona, Antonio J. Bastinos, 1896
Capítulo III 'Murcia, Almería, Málaga'
España y Portugal; su historia, su geografía, su arte y sus costumbres
Barcelona, Antonio J. Bastinos, 1896
Capítulo III 'Murcia, Almería, Málaga'