Ver al Amor en la esquina de María Guerrero con Granada es no ver la realidad. Cada Martes Santo es cita obligada una revirá de cortejo aún temeroso. Todavía no se sufren los parones que a partir de la Puerta de Purchena irá dejando la cofradía por los portales. Este año llegó la Virgen del Primer Dolor con Jerusalén, de José Vélez después de haber pasado por Argollones en su clásica ascensión de collaciones.
Si en algo se agradece ver cofradías fuera de los puntos habituales del interés turístico comarcal es que los prebostes no andan tan preocupados por gustar y es entonces cuando, realmente, lo hacen. En esta esquina estratégicamente desapercibida -al menos por ahora- no se ralentiza el cortejo y la dictadura costalera no impone aún sus pésimos gustos. Así se dan circunstancias envidiables y admirables como son historia, entorno, ritmo (de paso) y gusto en el repertorio que hacen que, como cada Martes Santo, se me pueda encontrar en la esquina de María Guerrero con Granada.
Si en algo se agradece ver cofradías fuera de los puntos habituales del interés turístico comarcal es que los prebostes no andan tan preocupados por gustar y es entonces cuando, realmente, lo hacen. En esta esquina estratégicamente desapercibida -al menos por ahora- no se ralentiza el cortejo y la dictadura costalera no impone aún sus pésimos gustos. Así se dan circunstancias envidiables y admirables como son historia, entorno, ritmo (de paso) y gusto en el repertorio que hacen que, como cada Martes Santo, se me pueda encontrar en la esquina de María Guerrero con Granada.