A horas atípicas e impropias una luz delata al sureste de la Catedral quien sabe si la toma de decisiones o la pérdida de ellas. Es noche de cálido paseo para haber recordado como hemos a los difuntos, a los santos y a los primeros síntomas de la Navidad. Pero es también noche para la sorpresa y el misterio. ¿Quién encendió esa luz en la ochavada torre que esconde celosa las deliberaciones del Cabildo? Mas, ¿acaso al Cabildo alguien hubiera de iluminar? ¿Qué debatirían estos señores de Corpus, Pendón y demás fiestas de guardar a esas horas? Y si no fuera el Cabildo, ¿quién lo estaría suplantando? ¿Se reunía quizá el cabildo que no lo era?