Una puerta más en la vida cofrade de los de mi generación. Esta noche, de lo único que me he acordado ha sido de aquel cabildo en el que abrí los ojos a la Semana Santa de Almería cuando una propuesta de tres hermanos de mi generación no se admitió por no estar respaldada por tres hermanos de esos que generan dinero para la hermandad.
Esta noche, 36.627 posteos después, sólo he recordado las amenazas a dos hermanos. Los insultos a su madre. A la mía. A mi padre. Las amenazas a foreros en noches de ensayo. Las amenazas a mi. Las posibles denuncias. Las visitas a las salas capitulares de varias hermandades; a los sótanos de una parroquia... El ataque feroz contra el que decía blanco a lo blanco y los que creían en el negro se ensañaban con el que, a la larga, venían a coincidir. Los que aprendieron, se beneficiaron, le chuparon la sangre cuando les interesó y cuando no, volvieron a lavar sus manos.
Y todo porque en Almería, un grupo de personas estaba haciendo tambalearse peligrosamente los sólidos cimientos de nuestra apatía: la crítica etílica y desmesurada en la barra de un bar. Porque los camareros del Puga sí pueden salir en Canal Sur diciendo que muchas decisiones de la Agrupación se toman allí. Pero cuatro niñatos detrás de un ordenador no tiene derecho a opinar sobre nada ni nadie porque, hoy, como aquel cabildo en el que me desvirgué al cofrade modo, seguimos sin generar dinero para nuestras hermandades.
Isa, Agustín, Pepe, Kiski, Dani, Mateo, Christian, Nino, Jordi, Ana, David, Emir, Manolo, Antonio, Manu, Juanjo, R. Alejandro, Mario, José Luis, Francis, Alfonsito, Pepe L., Jose, Paco, Rafa, Juan Antonio, Esteban, Miguel Ángel, José María, Gema, Juanje, Javi B., Enrique, Manolo G. , José Miguel, Javi y pocos más. Hoy brindo por vosotros. Porque habéis cerrado magistralmente una puerta de la historia reciente de nuestra Semana Santa y sabe Dios hecho imagen de madera qué otros quicios nos tiene reservados la vida.
No debemos mirar atrás con nostalgia sino con alegría. El hecho de que los de nuestra generación vayamos cerrando puertas y abriendo otras nos debe hacer ver que estamos en camino, en marcha. Que no nos anquilosamos en la esquina de una barra como la que Leo, el del Casa Puga, señalaba en Canal Sur diciendo que era donde se cocían las cosas de las cofradías. Nosotros cerramos una puerta y abrimos otra. Ellos, los otros, taytantos años en la misma esquina del mismo bar -cada cual el suyo- con las mismas creencias. Ellos con el dinero, y nosotros con las ideas silenciadas una vez más.
Esta noche, 36.627 posteos después, sólo he recordado las amenazas a dos hermanos. Los insultos a su madre. A la mía. A mi padre. Las amenazas a foreros en noches de ensayo. Las amenazas a mi. Las posibles denuncias. Las visitas a las salas capitulares de varias hermandades; a los sótanos de una parroquia... El ataque feroz contra el que decía blanco a lo blanco y los que creían en el negro se ensañaban con el que, a la larga, venían a coincidir. Los que aprendieron, se beneficiaron, le chuparon la sangre cuando les interesó y cuando no, volvieron a lavar sus manos.
Y todo porque en Almería, un grupo de personas estaba haciendo tambalearse peligrosamente los sólidos cimientos de nuestra apatía: la crítica etílica y desmesurada en la barra de un bar. Porque los camareros del Puga sí pueden salir en Canal Sur diciendo que muchas decisiones de la Agrupación se toman allí. Pero cuatro niñatos detrás de un ordenador no tiene derecho a opinar sobre nada ni nadie porque, hoy, como aquel cabildo en el que me desvirgué al cofrade modo, seguimos sin generar dinero para nuestras hermandades.
Isa, Agustín, Pepe, Kiski, Dani, Mateo, Christian, Nino, Jordi, Ana, David, Emir, Manolo, Antonio, Manu, Juanjo, R. Alejandro, Mario, José Luis, Francis, Alfonsito, Pepe L., Jose, Paco, Rafa, Juan Antonio, Esteban, Miguel Ángel, José María, Gema, Juanje, Javi B., Enrique, Manolo G. , José Miguel, Javi y pocos más. Hoy brindo por vosotros. Porque habéis cerrado magistralmente una puerta de la historia reciente de nuestra Semana Santa y sabe Dios hecho imagen de madera qué otros quicios nos tiene reservados la vida.
No debemos mirar atrás con nostalgia sino con alegría. El hecho de que los de nuestra generación vayamos cerrando puertas y abriendo otras nos debe hacer ver que estamos en camino, en marcha. Que no nos anquilosamos en la esquina de una barra como la que Leo, el del Casa Puga, señalaba en Canal Sur diciendo que era donde se cocían las cosas de las cofradías. Nosotros cerramos una puerta y abrimos otra. Ellos, los otros, taytantos años en la misma esquina del mismo bar -cada cual el suyo- con las mismas creencias. Ellos con el dinero, y nosotros con las ideas silenciadas una vez más.