Hoy ha comenzado el puente de la Inmaculada Constitución. Gracioso acueducto que ha traído a mi memoria un coloquio que organizó AVLA COFRADE hace tres años en Los Molinos, en la Capilla de San Antonio. Fue tal día como hoy pero en sábado. Y con mucho más frío en los huesos. Yo con abrigo, enfermo y de casa de Fernando Salas, llegué tarde. Con el combate empezado. Y con un Madrid-Barça por la tele. O un Barça-Madrid (lo mismo me da pues me interesan tan poco el uno como el otro). El caso es que fue de los pocos coloquios en los que los invitados abandonaron el discurso política e hipócritamente correcto que tanto impera por nuestra mojigata Semana Santa para hablar de cosas ciertas y como sólo los que mantienen posturas encontradas pueden hacerlo: unos defendiendo lo indefendible y otros quedándose a gusto repartiendo diestra y sinéstramente a los malos encajadores de la risita torpe.
No hay nada como una sonrisa torpe, cobarde, para decir sin decirlo que no tengo más que decir, que me has dejado sin argumentos y, como no lo voy a reconocer, tampoco te esfuerces en ponerte como te estás poniendo. No pierdas el tiempo. Y así ocurrió. Tres años después lo compruebo. Pero nadie podrá quitarme ya ese sabor a victoria en forma de repaso que unos le dieron a otros. Mi tumba me espera con los brazos abiertos y una deuda menos de las muchas que tengo pendientes y más que quiero contraer y saldar.
Como la noche de aquel 6 de diciembre de 2003 con la que AVLA COFRADE se fue a dormir no he vuelto a vivir otra en citas de este tipo. Ni cuando El Cantón mentó a la madre de un amigo mío en la apertura del curso cofrade en la Hermandad de los Estudiantes el año pasado. Ni siquiera en la Casa de hermandad del Prendimiento cuando Paco Salas, hasta las narices de escuchar a todos los capataces asistentes a un coloquio dijo: "aquí nadie tiene problemas, todos tienen dos cuadrillas y todo es maravilloso... ¿pues pa qué hemos venido a hablar?". Ya digo que como el de aquel 6 de diciembre de hace tres años no he vuelto a vivir otro coloquio. Ni los de VDF que, por cierto, eran bastante sosos.
La memoria se recrea. Lamentablemente es de lo poco que puedo hacer ya. Eso y joderme con las decisiones de los que el 6 de diciembre de hace tres años tuvieron que escuchar a Santiago Montoto contarles las verdades del barquero. Pocas veces en Almería alguien se moja, lo tome cada cual por donde quiera. Y me he acordado de esto porque está lloviendo. Moraleja: dame pan.
No hay nada como una sonrisa torpe, cobarde, para decir sin decirlo que no tengo más que decir, que me has dejado sin argumentos y, como no lo voy a reconocer, tampoco te esfuerces en ponerte como te estás poniendo. No pierdas el tiempo. Y así ocurrió. Tres años después lo compruebo. Pero nadie podrá quitarme ya ese sabor a victoria en forma de repaso que unos le dieron a otros. Mi tumba me espera con los brazos abiertos y una deuda menos de las muchas que tengo pendientes y más que quiero contraer y saldar.
Como la noche de aquel 6 de diciembre de 2003 con la que AVLA COFRADE se fue a dormir no he vuelto a vivir otra en citas de este tipo. Ni cuando El Cantón mentó a la madre de un amigo mío en la apertura del curso cofrade en la Hermandad de los Estudiantes el año pasado. Ni siquiera en la Casa de hermandad del Prendimiento cuando Paco Salas, hasta las narices de escuchar a todos los capataces asistentes a un coloquio dijo: "aquí nadie tiene problemas, todos tienen dos cuadrillas y todo es maravilloso... ¿pues pa qué hemos venido a hablar?". Ya digo que como el de aquel 6 de diciembre de hace tres años no he vuelto a vivir otro coloquio. Ni los de VDF que, por cierto, eran bastante sosos.
La memoria se recrea. Lamentablemente es de lo poco que puedo hacer ya. Eso y joderme con las decisiones de los que el 6 de diciembre de hace tres años tuvieron que escuchar a Santiago Montoto contarles las verdades del barquero. Pocas veces en Almería alguien se moja, lo tome cada cual por donde quiera. Y me he acordado de esto porque está lloviendo. Moraleja: dame pan.