20 de mayo de 2007

Manda pantalones

A Joselito Alillo, del Almería
de toda la vida.


Nace esta entrada a dos bandas; primero tras una estupenda y acertadísima observación del gran K. y, segundo, tras una agradable aunque corta tertulia con un amigo en los negocios estéticos de un tercer asistente. Y lo hace como primera de una serie de reflexiones forzadas en torno al deporte monárquico del fútbol en Almería. Lo hago ahora que florecen neoaficionados al fútbol a la sombra siempre refrescante de los éxitos deportivos en el inmenso desierto de Tabernas y ante los que me veo en la obligación de aferrarme a lo que siempre he creído: que hay que ser fiel a un equipo y vivir apasionadamente a su lado. Eso y sólo abandonar su nave, nunca en caso de naufragio sino ante el fin de esa pasión.

Pero de eso sabemos muy poco en Almería. Aquí lo que gusta es ir a la moda, cambiar de chaqueta que da gusto. Y desde aquel primer Almería Football Club de 1909 que se enfrentaba a los marineros ingleses que llegaban al puerto en el campo de Oliveros hasta esta Unión Deportiva que ahora regresa a Primera, muchas chaquetas hemos cambiado y diferentes pantalones nos hemos puesto: blancos, azules, rojos, otra vez azules, luego blancos, rojos y así uno tras otro, cambio tras cambio, fueron naciendo almerías. Que si club de fútbol, que si club atlético, que si unión deportiva, luego agrupación íbidem, club deportivo y más tarde polideportivo, otra vez ceefe y nuevamente unión... Y entre medias, rivalidades varias que dieron origen a uniones como la del C.D. Ferroviaria y el Náutico Almería en el 46... Repetida casi 50 años después y ahora en Primera.

Pero si algo ha marcado rivalidades y significado diferencias cuando varios han sido los clubes que han jugado juntos en la capital han sido los pantalones, como digo. En estos casi 100 años de fútbol en Almería, esta pequeña prenda ha sido pieza clave para colorear corazones. Las disputas más recientes eran entre el azul del Poli o el rojo/blanco usado indistintamente por el ceefe, que finalmente impuso el rojo (como casi todo) en la Unión. Pero parece ser que la temporada próxima se vuelve al azul en merecido homenaje a la Agrupación que se plantó en Primera hace 28 años.

Hay aficionados a los que les da igual el color del pantalón. Otros que defienden otros colores antes que el azul. Pero quedamos... quedan aún unos pocos que reivindican insistentemente este color. Por favor, vean la foto de la izquierda... ¿hay algo más grande que eso? Juan Rojas, auténtico ídolo de la afición y del que más adelante hablaremos y Gregorio con los colores de la Agrupación en un (entonces) abarrotado Franco Navarro. Pantalón azul forever aunque la historia parece decir que fueron blancos los primeros... Eso defiende mi amigo de tertulias futboleras y yo le hago caso porque de fútbol, mi amigo de tertulias futboleras sabe mucho. Por eso yo le pincho. Por eso y porque fuimos seguidores de dos equipos rivales; uno cutre pero con mucho corazón y otro frío pero con mucha cabeza. Por eso cuando se unieron, que no se unieron, este aplastó a aquel, que fue lo que ocurrió aunque no hubiera mucho que aplastar. Era lógico. Y yo (un poco antes, la verdad) me aparté del fútbol definitivamente. Decía al comienzo que siempre he creído que hay que ser fiel a un equipo y vivir apasionadamente a su lado, y sólo abandonar su nave ante el fin de esa pasión. Pero eso será tema de la última entrada de esta serie. Entre esta y aquella, leeremos algunas cosas curiosas que no son sino los lodos de los barros que ahora es la Unión.

Quizá muchos ni lo entiendan. Para ello la próxima entrada será la crónica de la mítica primera asamblea de socios en la que, en julio de 1996, 9 de cada 10 socios presentes votó por el NO a la unión... La clave, tal vez, en el "pasquín insultante", como lo calificó La Vó en el que lo más suave que se decía era que "el orgullo de ser del Poli nunca se pierde...". Y tenía que ser verdad porque ahora que no veo fútbol, ahora que el Poli es lo que es (que sigue siendo, milagrosamente) yo sigo siendo del Poli.