Procissão Corpus Christi
1913, óleo sobre madera 29 x 50,8 cm
Centro de Arte Moderno de la Fundación Calouste Gulbenkian. Lisboa, Portugal
1913, óleo sobre madera 29 x 50,8 cm
Centro de Arte Moderno de la Fundación Calouste Gulbenkian. Lisboa, Portugal
Con el reloj parado a las cinco de la tarde del pasado jueves saldrá hoy desde la Catedral la refulgente custodia de asiento de la que la gente sabe muy poco más. He leído que la alfombra en días de Corpus es de romero y mejorana, de albahaca y tomillo, de cantueso y espliego y que si no es así, al menos lo parece. No abundan nuestros altares y ya, tampoco, los militares. Nos queda el sol, eso sí. Y los niños de comunión. Y las hermandades y sus estandartes. Y sus varas. Y el megáfono. A ver si, en realidad, pocas son las cosas que han cambiado.
El Corpus sale esta tarde entre canónigos. Entre seminaristas que sueñan con llegar a serlo. Entre meapilas que envidian a éstos y cofrades que despotrican de los unos y de los otros. El Corpus sale esta tarde con la cantinela habitual de ¡la Custodia a costal!... Y más pasos. Entre abanicos y representaciones en mangas de camisa. Entre tres o cuatro banderas de España en Eduardo Pérez. Sin gloria y orgullo de las Sacramentales. Sin cera roja que mancha. Con calor. Con unas luces hasta el Paseo y otras luces a la vuelta. Con bendición tras la que suele haber estampida. Con Luispardo y Benja comandando la custodia, con Ico conduciendo y, El Jerez empujando. Con madres, padres, abuelos, tíos y primos en las aceras e hijos, nietos, sobrinos y primos de la mano en la procesión. Con la Municipal tocando con tan pocas ganas como siempre. Aunque esto último dicen este año que puede cambiar. También dicen que cambia la procesión; que David Valenciano ha terminado la talla de un Niño Dios para la misma... ¿Por fin más pasos en el Corpus? Hay quien aprovecha y reivindica a San Indalecio... Y la Cena. Y más altares. Y la Virgen del Mar. Y alguna Inmaculada y algún Sanjuán... Pero lo que yo reivindico es que algunos canónigos vuelvan a salir desde el Montenegro para incorporarse a la procesión, como era común antes de la llegada de este Obispo que tanta corrección ha traído.
Y la semana que viene, el chico. Que esa sí me gusta. Que es algo así como las copas de Europa del Madrid... ¡la octava! Aunque siempre la misma. Nunca llega la novena o la décima. Hoy, por lo pronto, con el reloj parado a las cinco de la tarde del pasado jueves me reencuentro con un Corpus del que siempre escuché que nunca es el que fue... Quizá porque no lo fuera nunca.
El Corpus sale esta tarde entre canónigos. Entre seminaristas que sueñan con llegar a serlo. Entre meapilas que envidian a éstos y cofrades que despotrican de los unos y de los otros. El Corpus sale esta tarde con la cantinela habitual de ¡la Custodia a costal!... Y más pasos. Entre abanicos y representaciones en mangas de camisa. Entre tres o cuatro banderas de España en Eduardo Pérez. Sin gloria y orgullo de las Sacramentales. Sin cera roja que mancha. Con calor. Con unas luces hasta el Paseo y otras luces a la vuelta. Con bendición tras la que suele haber estampida. Con Luispardo y Benja comandando la custodia, con Ico conduciendo y, El Jerez empujando. Con madres, padres, abuelos, tíos y primos en las aceras e hijos, nietos, sobrinos y primos de la mano en la procesión. Con la Municipal tocando con tan pocas ganas como siempre. Aunque esto último dicen este año que puede cambiar. También dicen que cambia la procesión; que David Valenciano ha terminado la talla de un Niño Dios para la misma... ¿Por fin más pasos en el Corpus? Hay quien aprovecha y reivindica a San Indalecio... Y la Cena. Y más altares. Y la Virgen del Mar. Y alguna Inmaculada y algún Sanjuán... Pero lo que yo reivindico es que algunos canónigos vuelvan a salir desde el Montenegro para incorporarse a la procesión, como era común antes de la llegada de este Obispo que tanta corrección ha traído.
Y la semana que viene, el chico. Que esa sí me gusta. Que es algo así como las copas de Europa del Madrid... ¡la octava! Aunque siempre la misma. Nunca llega la novena o la décima. Hoy, por lo pronto, con el reloj parado a las cinco de la tarde del pasado jueves me reencuentro con un Corpus del que siempre escuché que nunca es el que fue... Quizá porque no lo fuera nunca.