Escuchaba esta mañana en Radio Nacional de España una tertulia en la que hablaban de la marcha del jefe de la casa elogiando las formas de Luis Fernández. Al parecer había motivado la marcha su condición de no político -ay, lo libre que es uno cuando no se come de las siglas- y el hecho de que le habían cambiado las reglas con el partido comenzado y me acordaba yo de Jorge Alonso en su Hermandad. Me acordaba porque ya se encarga su entorno de que nos acordemos. Hacen bien en hacer ruido. Al parecer no se sabe aún si el paso que él saca lo hará en silencio. Él tiene ya experiencia en salir en silencio, lo ha hecho ya dos años pero, al parecer, no estaría dispuesto a entrar también así.
Él, dice su entorno, ha trabajado y ha dado hasta media vida por esa cuadrilla, por conseguir lo que ha conseguido y que más allá de anécdotas absurdas como transitar por el Paseo con los quilos encima es que sin ruido, con algunas mujeres y siendo la última del Viernes Santo ha conseguido un andar que para si quisieran muchos. Y todo eso en torno a un proyecto: el San Juan con música. Poco importa que el San Juan dejara de ser el San Juan para ser la Vuelta del Sepulcro y que de ir solo pasara a ir acompañado por seis o siete imágenes más. Tampoco importó que el tipo de música cambiara. El San Juan con música, sean los que sean y suene lo que suene. Así que ahora Jorge Alonso no estaría dispuesto a hacerlo en silencio. Él empezó el partido jugando con chimpum chimpum y así lo acaba. O eso advierte su entorno. Ya se encarga de anunciarlo. Su entorno sabe que eso pasaría factura. Que sería una decisión que retrotraería a la cuadrilla a hace diez años o más. Si es complicado llenar un paso, más lo es un Viernes Santo y si encima es un misterio y en silencio, no digamos. A todo eso le teme el entorno, a que se vayan más de los que están. La Hermandad, por su parte, obra en esto con cautela que es la forma elegante de decir que no obra o, si lo hace, es en silencio y cuando las cosas se hacen en silencio, malo. Eso mismo piensa el entorno de Jorge Alonso: que si el paso sale en silencio, malo. Y si la Junta en esto guarda silencio, peor.
Él, dice su entorno, ha trabajado y ha dado hasta media vida por esa cuadrilla, por conseguir lo que ha conseguido y que más allá de anécdotas absurdas como transitar por el Paseo con los quilos encima es que sin ruido, con algunas mujeres y siendo la última del Viernes Santo ha conseguido un andar que para si quisieran muchos. Y todo eso en torno a un proyecto: el San Juan con música. Poco importa que el San Juan dejara de ser el San Juan para ser la Vuelta del Sepulcro y que de ir solo pasara a ir acompañado por seis o siete imágenes más. Tampoco importó que el tipo de música cambiara. El San Juan con música, sean los que sean y suene lo que suene. Así que ahora Jorge Alonso no estaría dispuesto a hacerlo en silencio. Él empezó el partido jugando con chimpum chimpum y así lo acaba. O eso advierte su entorno. Ya se encarga de anunciarlo. Su entorno sabe que eso pasaría factura. Que sería una decisión que retrotraería a la cuadrilla a hace diez años o más. Si es complicado llenar un paso, más lo es un Viernes Santo y si encima es un misterio y en silencio, no digamos. A todo eso le teme el entorno, a que se vayan más de los que están. La Hermandad, por su parte, obra en esto con cautela que es la forma elegante de decir que no obra o, si lo hace, es en silencio y cuando las cosas se hacen en silencio, malo. Eso mismo piensa el entorno de Jorge Alonso: que si el paso sale en silencio, malo. Y si la Junta en esto guarda silencio, peor.
El tiempo pasa y Jorge Alonso no se va. Ni se queda. Su entorno se encarga de advertir de las terribles consecuencias de una decisión que la Junta parece ser no se atrevería a tomar por ello. Eso se llama amenazar y a la amenaza sigue no muy de lejos la extorsión y el chantaje pero yo creo que Jorge Alonso no se va a ir de ninguna forma y menos de ésta aunque su entorno presiona, otro eufemismo como la cautela, para que sus pretensiones se mantengan. Tampoco pide tanto el hombre. El problema es que lo que pide no casa con lo que la mayoría de la actual Junta quiere. Es un tema curioso: todos llevan razón porque hay tantos argumentos para salir en silencio en la Soledad como para hacerlo con música pero el problema aparente, además de que son posturas irreconciliables, es que unos están sabiendo jugar mejor el partido que otros. Y sin árbitro en la prórroga al final los malos no van a ser los que amenazan.