12 de mayo de 2010

La felicidad se puede pesar

Tengo yo una amiga que tenía muchas amigas y se hicieron para la Feria unas camisetas que ponían: un pene educado es aquel que se levanta para que una mujer se siente. Eran ellas de la Pescadería todo desparpajo y frescura en grupo. Simpáticas amazonas con sombrero de paja, gafas de sol y flor en el pelo que bebían del porrón de la vida lo mismo enfrente de la Escuela de Artes que sentadas en un tranco de la plaza de San Pedro. De todos es sabido la costumbre autóctona de uniformarse cada vez con mensajes más descarados para la Feria pero aquellas camisetas estaban respaldadas por atractivo soporte publicitario. Un par de soportes que reclamaban la atención cual dos luminosos como el de Philips en la Puerta de Purchena en los setenta. Esto lo digo porque la clínica de cirugía plástica Londres acaba de publicar un estudio que revela que las almerienses y las cordobesas son las mujeres que se quieren poner las tetas más gordas que haya en el mercado -verídico- lo que, en términos un poco más precisos quiere decir que optan por implantes mamarios de más de 330 gramos.
(...) en España aun son muchas las mujeres que buscan la voluminosidad de unos pechos grandes. Las cordobesas y las almerienses a la hora de elegir sus senos son las que se decantan por unos bien grandes.

La mayoría de las mujeres que se someten a una operación de aumento de mamas en ambas provincias optan por las prótesis consideradas grandes; esto es por encima de los 330 gramos. 389 en el caso de las cordobesas y 375 en el caso de las intervenidas en Almería.
El melonar patrio anda revolucionado con la silicona que lo mismo te sella la mampara de la ducha que la felicidad de la parienta. O a saber de quién. En esto sería interesante conocer no sólo la elección de quien las porte sino, también, digo yo, de quien las soporte. Que estamos hablando de 375 gramos más, para ser exactos. Gustos a un lado, que aquí lo que manejamos son fríos datos, cabe concluir que nunca una mujer estuvo tan contenta de ganar peso ni un hombre de que lo ganara su parienta.