19 de mayo de 2010

A propósito de la final de hoy


A Fernando, a Basilio y al Jerez, al primo Juan, a Francisco,
a Agustín y a Agustín, siete sevillitas de postín.


Kanouté, Agüero y Zokora, esta noche, en la final de la copa del Rey. REUTERS

La crónica futbolística, épica monetaria del entretenimiento patrio más sano que los toros no es lo mio. Yo de fútbol no sé, me guío por instinto. Como uno que yo me sé que dice que la pega del fútbol es el empirismo que parece mover todo el entramado de clubes y decisiones técnicas. Yo sé que lo decía por llevarle la contraria a una tía que yo tenía en Madrid y que tomaba las decisiones de manera drástica ante la vida, cortando por lo sano, por lo enfermo y por donde tuviera que cortar. Aquella tía mía veía el fútbol con su difunto esposo desconociendo todo lo que había ocurrido antes y no digamos ya después del partido. Era inmisericorde, tremendamente injusta, visceral y cáustica a un tiempo, analfabeta, eso sí, de las claves que rigen aquello que presenciaba y no entendía. Aquella ignorancia la empujaba en su casa de Madrid a tomar decisiones importantes; lo mismo cambiaba al mejor jugador del equipo porque desconocía precisamente toda su trayectoria y sólo había visto los dos fallos garrafales como los de Assunção esta noche que encumbraba al más tonto y torpe que se encontraba una flauta, soplaba y sonaba como Zokora. Por cierto, lo que me ha gustado a mi Didier Zokora esta noche, oye.

A mi los jugadores del Sevilla me han gustado. Salvo Negredo, que le ha venido la cosa un poco grande y se acaba de bajar del avión de los preseleccionados para Sudáfrica. Yo hoy he visto el partido como lo habría hecho aquella tía mía. Una final de la copa del Rey sin Rey, todo hay que decirlo, que está ausente el hombre. Unos corrían más, otros corrían menos, bien el árbitro, tangana, entradas fuertes, payasos sobre el cesped (Reyes no eres malo tú ni nada) y al final del partido cambio de canal. Supongo que las celebraciones habrán sido tópicas a rabiar: jugadores corriendo y deslizándose boca abajo sobre el cesped hacia el fondo y luego dando saltos en círculo y moviendo los brazos, primero uno, luego el otro, mientras repiten entre risas lo que vocean los de las gradas. Lo del fútbol tiene mucho de borrego. Por eso cuando se sigue al que destaca. Estaba pensando en José Guardiola pero yo veía a Enrique Sánchez que a veces es un Guardiolilla de tres al cuarto. Qué vergüenza daba escucharlo habar de sus jugadores tras ganar la Liga Europa de milagro como lo hacía Guardiola de los suyos después de ganar seis títulos en una misma temporada. Quique, tenía que hablar como se viste: normal, que cuando repite las cosas que dice el catalán se le nota en la boca un eco de palabras que no son suyas. Y Quique que sea Quique, coño. Aunque estupendo lo que ha hecho con este Atleti, que mira que es malo, por Dios. Pero, míralo, ahí, en dos finales y ganando una europea. A saber cuánto de culpa/mérito tendrá el primo de Rosarillo pero míralo, ahí. Como al del Sevilla, que no sé ni cómo se llama pero también me cae bien ese entrenador. Seguro que lo habrán manteado, es lo típico. Yo lo he visto hoy por vez primera. Y al final entre pitos y la flauta de Zokora no he hecho la crónica del partido. Mejor; ¡si lo he visto empezado!, con una bolsa de patatas de esas a las que les han restregado un jamón para que sepan. Por circunstancias familiares media primera parte me la he pasado en el portal leyendo las fantasmadas de Joselito y Esplá en una entrevista así que llegaba con ganas de cachondeo al sofá y con el ánimo dispuesto a llevarse una alegría de mediocridad atlética. Pero no ha sido así. Qué malo es el Atleti, por Dios. El Sevilla se ha llevado el partido merecidamente y se ha llevado una copa que ha ganado tras eliminar a otros equipos. Enfrente tenían diez colchones que han apretado un poco por vergüenza torera y un gran portero. En realidad grandes los dos polos opuestos en lo cronológico: Palop y de Gea, lo mejor.