14 de agosto de 2010

Fuera de sus Casillas

Iker Casillas y Sara Carbonero en una terraza en Boadilla del Monte, cabreado, algo, él.

A Casillas y Carbonero fea, porque es fea, les asalta un fotógrafo con un compás, de lejos, y Casillas y Carbonero fea, porque es fea, se cabrean y hacen gestos y hablan con un calvo que es así como vulgar y lo mismo es familia de alguno de los dos que es el que les lleva y les trae las papas bravas porque es el dueño del bar en el que paran con aire de elegancia y grafito. Beso sí, cena no. A ver cómo tasan ahora estos dos tórtolos entre el pijerío y la pobreza, lo que son los nuevos ricos de toda la vida, lo que sí les puede ver hacer España y lo que no. Darse besos sí, cenar no. Ellos mandan. Y al parecer le mandan al calvo que es así como vulgar que haga algo. La señora del calvo pasa y el hijo (porque tiene una pinta de ser el hijo que se la pisa, casi tanto como la pachorra), el de la camisa rosa, gandulea en la indignación de los bien educados. Sara Carbonero ni se entera. Fea casi tanto como cuando la Longoria le hizo la tropelía aquella en forma de foto mira como sin ver, no tiene ni idea de dónde está el fotógrafo que tanto la atosiga (así estará de atosigada) mientras el mellado explota. Lo que nos reímos en mi calle de los que le faltan dientes y las panzás de follar que se pega Casillas con ese diente en hueco que le falta a la caja que enseña a gritos las tardes de ruina en el Bernabeu. Lo que son las cosas. Lo que hace tener dinero y salir en la tele, ¿eh, Casillas? Eso lo tienes que saber bien que tú ayer eras pobre. Pero no explotes, hombre, no explotes. Cuando uno explota eres un poco como Raffaella Carrá, tú en la ira, gesticulante y al lado alguien a quien le sudan los cojones y no por el calor, precisamente. Casillas arde este verano como media Rusia pero es que él va tirando mecheros que da gusto. ¿Beso sí, cena no? La cosa no es tan sencilla cuando tratas con la gentuza de la prensa deportiva y te codeas con la rosa sin dejar de hacer guiños a la amarilla. Ahora pasa que te vas a tomar unos calamares o un pollo frito, a saber, y sales hasta en mi sopa. Yo te miro divertido y no te tiro porque tirar la comida no está bien así que te miro, como digo, entretenido, de verte ridículo que sois como Ramoncín e Ivonne Reyes. O peor. Ahí estás, Casillas, aunque tú haces a más gente feliz que el rey del pollo frito que yo creo que lo que estaba era frito por una polla (pero eso es cosa de otro día). Ahí estás, te digo, Casillas, tú con tus protestas airadas y ridículas. Mañana no pero antes de Feria prometo explicarte cómo puedes ser tan gilipollas e ir muriéndote, poco a poco, en el intento. No me lo agradezcas: como Fernán Gómez antes de mandar a un señor a la mierda, no necesito tu admiración.