31 de agosto de 2010

La patrona se volvió a llevar la llave

La Virgen del Mar en el Paseo. José Antonio Peralta

Calor de morena que te pone una tónica y otra para mi amigo, que viene a hablarme. La Virgen del Mar está a punto de salir, luego está saliendo y luego ya ha salido mientras mi amigo habla, me habla y nos vamos a ver a la Virgen que ya anda camino del convento moderno y feo de los dominicos. La cofradía esta de gloria que se planta para cerrar agosto y abrir la puerta por la que nos volvemos a colar los cofrades septembrinos de los cultos muchos está en la calle, calles bonitas por fin, y mucha gente. Ya se nos acaba el vivir de recuerdos para volver a vivir lo que es el reencuentro de la patrona con la ciudad. Los gitanos van vendiendo varas de nardos, manojos que luego ofertan, el precio varía conforme se hace noche, conforme los músicos de la Municipal se van tomando las vacaciones. El director hace esfuerzos y renueva el apolillado repertorio y más música, con Sorbas, que va delante pero es la que los que van debajo quisieran detrás. Un lío. Pero es lo que hay. Así es la Virgen del Mar y sus hombres de negro con guantes y camisas empapadas, chorreando un sudor de Feria. Se echa en falta a Joaquín Capel, grito incesante, piropo siempre en la boca, corazón festivo en esto de lo religioso hecho calle y fervoroso devoto de sus tres o cuatro cositas entre las que estaba la madre de todos los almeriesnes, su más y mejor grito. Con lo cofrade que es la Virgen del Mar y Joaquín Capel se ha muerto con muchas penas pero seguro que una fue cantarle un algo, una saeta mismo. Entre tanto la Virgen visita un par de iglesias antiguas pero como en Santiago, en ningún sitio. Llueven pétalos preciosos y llueve la Virgen misma. Se aprieta el cortejo a ratos y las autoridades apenas saben ya de qué hablar entre ellas. Los policías sí se hablan con los guardias civiles y los militares. La seguriodad se ve que une. Los políticos ya no se hablan. Ahora saludan y reverencian al ciudadano, en la acera. Detrás de la patrona como que los remordimientos se le plantan en la cara a un político por extraño que suene. Milagros no faltaron para coronarla y hoy está en la calle, hecha pies de plata. Los ciriales son seis, las hermandades delante no son todas y en la esquina de Gerona con Arapiles está Javier Muñoz compartiendo amistad y conversación con Luis Álvarez-Duarte que es alguien a quien nunca esperas encontrate viendo a la VIrgen del Mar. Pero ya dije que este año había mucha gente. Luego mi casa huele a nardos, huele a un tiempo de Almería que se acaba, a la vida que pronto renace. En una semana, de nuevo, ya pensamos otra vez en cofrade. La patrona es como si tuviera una llave que nos marca los tiempos. Ahora, en agosto, lo mismo la usa para hacernos olvidar lo que pasó como para ilusionarnos con lo que será. Luego en diciembre ya se verá como tenía razón.