3 de enero de 2011

El pisito

El estoico voto de mi vecino. Llega al banco, pide un préstamo, se adentra en el laberinto, firma ante el minotauro, se compra una casa, no puede pagarla, se la quita el banco y la sigue debiendo. Fin de la historia española de mi vecino. La sinopsis es mejor: la actual ley hipotecaria española establece que el individuo que subscribe una hipoteca lo hace con una garantía personal, es decir, que tiene que hacer frente a la deuda con todo lo que tiene y todo lo que en un futuro tenga. Así que si te embargan el piso no saldas la deuda con el piso sino que, además de perderlo, mantienes una deuda con el banco. Es lo que le pasó a Manolito, que ahora se ríe por no llorar. Y empieza la película.


Manolito ha sido votante socialista y creo que el carnet lo lleva en la cartera pero no señalaré no vaya a ser que su socialismo sea de barra de bar. Pero yo creo que no. Manolito siempre ha sido muy felipista, y lo de ahora no es culpa de Zapatero que demasiado está haciendo el hombre con la que le han liado los americanos y los bancos si es que no son la misma cosa. El capitalismo, Marx lo dijo y él lo sufre. España entera subyace como un sentimiento contra el capitalismo de los otros. Manolito quería tener una casa o dos. Querer es gratis mientras no lo dejes por escrito y abajo lo firmes. Pero él firmó. Él quería ser capitalista y ahora sólo es un busto de escayola de los que hacen los alumnos de la escuela de arte. Está en el patio sin brazos, como la Venus esa. Y agradece no tener brazos con los que hacerle un corte de mangas a todo lo que se le cruza por el pedestal. Cierra los blancos párpados, parpadea, se resigna. Le han quitado el pisito, ese tercero sin ascensor que se compró en Pedro Jover. Pero lo sigue debiendo. Manolito quería pasar por encima del capitalismo pero el capitalismo le ha pasado por encima. Lo ha arrollado una ola de espuma y sal y se ha ido a romper en un par de escolleras rechazada de amor por las piedras. A Manolito ya no le quedan ni las telarañas de las esquinas de su pisito. Pero es feliz en su socialismo utópico. Ciego, le matiza el que le deja cupones a la de la pescadería de abajo. Que yo sé de lo que hablo. Lo mismo hasta es verdad.

Y Manolito tiene sintonizada la SER en el transistor del cuarto de baño. Y la escucha mientras se afeita. Tiene media cara blanca como la escayola del busto que es. Entonces Rubalcaba aparece por allí despotricando de Rajoy (porque es para despotricar de Rajoy) pero Manolito se lo cree más que yo y memoriza la frase de sus próximos debates en el bar contra los fachas. No es que no digan nada porque no tienen ideas, es que las que tienen no les gustan a la gente. Y Manolito termina de afeitarse feliz e ignorante. Él no sabe, ni falta que le hace, lo de esa proposición de ley presentada por todos los grupos parlamentarios para que Manolito, quitada la casa, no deba ya nada. Tardará en aprobarse. Sobre todo si los únicos que se oponen son los que están en el gobierno y le deben favores al banco que le ha quitado la casa a Manolito. Pero eso a Manolito no le interesa. La culpa es de la derecha, de Aznar y de los bancos. Manolito se limpia la cara, se la friega con agua fría de casa de su madre, donde vuelve a vivir. La derecha no puede traer nada bueno.