De silencio poco. Aquí suena la cofradía hasta por las costuras de las túnicas de los nazarenos más prietos. Crujen los pasos, que se retuercen y hasta se rompen. Todo le suena a la cofradía que mejor se supo entender e interpretó la cosa ésta cofrade. Es un enorme aparato escénico -que no es poco- que se planta en la calle con una inercia de Jueves Santo recuperado. Aquí tenemos a la pionera del día, la de la buena senda, la que dijo por aquí y por ahí fueron muchas. La que se peinó un día y djo que la túnica era una cosa muy seria como para seguir sacando lo que sacaba y la que se miró en el espejo y dejó de ser una cofradía grande para ser una gran cofradía y le cuesta pero se afana. La hermandad que se sacó de la manga un palio castigado y delicioso y un misterio que escupe muy pocas astillas al año pero lleva años dando gusto ver. Así que yo veo el arco de medio punto de San Agustín hueco al fondo y sale la cofradía que se me pierde por unas calles y brota entre ruido de platos y bullicio de parroquianos en Casa Puga. Luego se me dispersa en el remanso ancho y espeso de Lope de Vega. Mal público hay hoy aquí y más pipas que de costumbre. No es buena calle para las soledades del Silencio. Veo a Pepe Leyva encima de una escalera con sus vídeos, esos vídeos con instrucciones al dorso que advierten de que son altamente recomendables y baja el Silencio seguro que con alguna pieza de Manuel Santiago. Luego veo al misterio subir las cuestas a la altura de los Espumosos. Me acuerdo yo cuando aquí estaban los Espumosos pero ya no están ni cojo el paso aquí. Lo cojo antes, cuando sale de la Carrera oficial y lo acompaño en rampa hasta la rambla inversa de los Alfareros. La capilla toca las piezas nuevas de Estefanía Escobar, las que le ha compuesto a la escena, que va andando con amigos debajo que van saliendo contentos. Falta le hace a este mazacote del Jueves ir desprendiéndose de esa mala fama que tiene de pesado. Alguien tendría que explicar a los que reclutan que alardear de peso, echarle quilos como el que le echa gambas al arroz ajeno espanta más que ayuda.
El paso de palio va rozándole a la noche sus variantes cuando pasa a la altura de un termómetro que no marca bien los números de la temperatura que ha calculado. Se va de un lado a otro y me gusta ir al lado de estos capataces de martillo y martillo, subo con la Virgen y pasamos delante de una heladería que pone luz a la mortecina rambla de los Alfareros de recogida. Por aquí me suena a mi que se tocó la marcha de Manuel Martínez -el que sirve a, no el que se sirve- y Jesús de las Penas y una saeta y para adentro. Este año los hermanos se reunieron en cabildo y decidieron entrar así. Adentro aberturas negras en los antifaces puestos para el palio que cierra la puerta recogiéndose la cola de su manto y la del Silencio es ya una cofradía menos. Quedan tres y el Resucitado. Aquí tres.
El paso de palio va rozándole a la noche sus variantes cuando pasa a la altura de un termómetro que no marca bien los números de la temperatura que ha calculado. Se va de un lado a otro y me gusta ir al lado de estos capataces de martillo y martillo, subo con la Virgen y pasamos delante de una heladería que pone luz a la mortecina rambla de los Alfareros de recogida. Por aquí me suena a mi que se tocó la marcha de Manuel Martínez -el que sirve a, no el que se sirve- y Jesús de las Penas y una saeta y para adentro. Este año los hermanos se reunieron en cabildo y decidieron entrar así. Adentro aberturas negras en los antifaces puestos para el palio que cierra la puerta recogiéndose la cola de su manto y la del Silencio es ya una cofradía menos. Quedan tres y el Resucitado. Aquí tres.