9 de octubre de 2010

La tierra, las montañas, las piedras

Lo del judío que atropella a unos niños palestinos que le están lanzando piedras (aquí). Lo de siempre o casi siempre. Lo de los menores que ¿han de ser juzgados como tales cuando actúan como mayores? Menudo debate, a ver lindo que es el hermoso que se posiciona del lado del que atropella. Incorrección en la postura, no bien vista. Tampoco sería santo al que le tiraban piedras, el que atropella. La cosa allí está que arde, en Tierra Santa, donde los titulares nos dicen que abunda la tierra pero no los santos. Con hijos de puta de un lado y de otro. Aunque hijos de puta buenos los fotógrafos y pléyade, seguro, de adustos y adultos palestinos metiendo al niño en la ambulancia de andar por casa que se gastan en las emergencias de telediario por aquellos lares. La noticia es otra más de las que nos trae el mundo este. Con sus cámaras allí aguardando su ración de sangre foránea que vender en la patria de cada uno y según qué medio posicionarse del lado del judío que atropella o del palestino que pone a sus niños a tirar piedras a los judíos. Así están las cosas que nos van sucediendo a lo lejos aunque lejos no esté tan lejos como creemos. La fe mueve montañas; la de unos asentamiento a asentamiento y la de otros piedra a piedra. Los niños entonces salen volando porque allí los motivos para esas cosas abundan y a ver quién se posiciona. Donde la paz nunca será. Tenemos que aprender a convivir con estas noticias para las que no hay consenso ni remedio. Sólo frases, eslóganes y payasos de agua corriente en la tele. 'Quién iba a decir que David sería Goliat' es de mis favoritas. Otra ilustra esta entrada. Yo la veo ambigua, ya lo digo: la fe mueve montañas; la de unos asentamiento a asentamiento y la de otros piedra a piedra. Miseria. Mucha tierra para tan pocos santos. Aunque dicen los que saben que el problema es que allí lo que pasa es que falta tierra. Poca tierra para tanto mártir, entonces.