
Lástima que las Juntas de gobierno antepongan la comodidad de sus salas capitulares a la calidez de estos actos de cercanía. Más debieran ser los besamanos y besapiés de las diferentes representaciones plásticas de Dios que de poco sirven expuestas en sus capillas. Su razón de ser no es sino evidenciar la esencia, hacerse visible, palpable, explicar materialmente lo que nos cuesta entender por la intangibilidad de algunos conceptos. Y mientras se mantenga inaccesible a Dios, la distancia se irá pronunciando cada vez más. La clave y la diferencia del poder de convocatoria de una procesión como la del Corpus Christi y una de penitencia. La cercanía, la proximidad, me lleva a identificarme con; la distancia, a recelar. Y las cofradías tienen la llave de un candado mágico como es el de la devoción. Fomentémosla y no pretendamos alejar lo que por naturaleza nació cerca. ¿Si no, qué sentido tienen las imágenes; adornar?