20 de julio de 2007

Gabriel Cuadrado Díaz, ¡presente!

Cuando los paseos entre piedras y palabras se detienen, vuelan. Así ocurre a los pies de un ya viejo conocido; pies, por cierto, de un amarrado, de un atado a una columna que conocí una tarde de frío y tertulia en horas vacías de clase dentro de un coche a su encuentro. Ahora que él me devuelve la visita se trae un regalo en forma de dato compartido: ¡anda, Cuadrado Díaz, el mismo que hizo los antiguos ladrones de Montserrat! Sí, los feos, añade otro. Los que hiciera en 1981 y fueran crucificados en el coro de la capilla en 1997 tras la restauración de los de Pedro Nieto, discípulo de Francisco de Ocampo. De 1628.

Leo que a mi respetado Fernando le hubiera gustado que ese espacio lo ocupase otra anatomía. Y lo comparto a medias. No una por otra sino las dos. O tres. O cuatro más. Pero esta Columna de Gabriel Cuadrado Díaz tiene que ser vista, contemplada, discutida, compartida o no su belleza o calidad. Removiendo conciencias, en definitiva, suscitando el debate.

Almería necesita respirar más aire que la viciada triada Dubé-Duarte-Miñarro. Y no le basta, no le puede bastar con Arteagas, Bejaranos o Madroñales; hacen falta Espinosas, algún que otro Hervás, Palmas y Cuadrados. Nos perdimos por los huecos de la Guerra, por el hambre de esta diócesis siempre pobre y por pensar más en sobrevivir aquí y ahora que en vivir en el más allá nombres de oro del mismo siglo que ya ¿no? podemos recuperar pero estos Cuadrados de anticuario bien valen su presencia. Hay más vida. Y necesitamos verla, palparla, tocarla, olerla para creérnosla. Por eso es necesaria toda imagen discutible. Porque mientras nos vaya la vida en ese análisis o comparación de los resultados de una investigación, a la luz de otros existentes o posibles que es toda discusión según el DRAE, tanto alimentarán su alma sus presencias como sus ausencias pero... ¿a que las primeras están más ricas?

Fotografía "a traición" de Dani Pérez. Gracias.