De lejos. Como si Bush fuera el Domingo de Ramos, Merkel el Lunes Santo, Jaap de Hoop el Martes o Javier Solana el Miércoles. Como si aquellos fueran los días felices (y no en Argüelles precisamente) y el presidente Zapatero aquel cofrade cansado que busca descanso pero no quiere que acabe, que se le vaya, que se le escapen sus días de entre las manos.
Hoy nuestras miradas siguen siendo como las del presidente Zapatero en la reciente cumbre de la OTAN; solitarias, alejadas de una Semana Santa que nos da la espalda en la literalidad de un manto negro alejándose por el Paseo hacia Ricardos pero al que nosotros seguimos mirando. Maneras para conformarse hay. Cuando menos se lo espera uno tenemos a San José en la calle o nos encontramos con una Cruz de mayo ensayando en el mismo tranco de la puerta. O saludamos a Hellen Clark. Todo sirve de paño en este valle de lágrimas de la distancia en la que rumiamos vaya usted a saber qué.
Hoy nuestras miradas siguen siendo como las del presidente Zapatero en la reciente cumbre de la OTAN; solitarias, alejadas de una Semana Santa que nos da la espalda en la literalidad de un manto negro alejándose por el Paseo hacia Ricardos pero al que nosotros seguimos mirando. Maneras para conformarse hay. Cuando menos se lo espera uno tenemos a San José en la calle o nos encontramos con una Cruz de mayo ensayando en el mismo tranco de la puerta. O saludamos a Hellen Clark. Todo sirve de paño en este valle de lágrimas de la distancia en la que rumiamos vaya usted a saber qué.