1 de julio de 2008

Consecuencias del 29. Predicando con el ejemplo

Las del 29 no se han hecho esperar más que en este blog. Celebro la alegría y el abanderamiento tan nacional, tan rojigualdo pero, ¿soy el único al que, vencida Italia, se le desinfló el interés? Creo que no. ¿Si no, cómo se explica que la final se haya convertido en el partido más visto de la historia de España pero (cuidado con el pero) la segunda emisión más vista de la historia de las audiencias, superada por la tanda de penaltis de los cuartos de final frente a Italia? En formulatv.com lo explican o, al menos lo intentan.

Así es que desde entonces he dedicado los días a ver descender por una cuesta mi interés patrio por la roja, como se ha puesto de moda llamar ahora tanto a la selección como a la camiseta. Es un caso parecido al de los servidores de librea de la Caridad, que librea son ellos y librea es la chaqueta que llevan. ¿Acabarán llamando rojos a los que vistan la roja? Cuidado, que en España ser tachado de gafe y de rojo te acompaña a la tumba. Que se lo digan a Zapatero que se afana en desmentir lo uno aunque no lo otro. Si será gafe que hasta en El País, cuando enumeraba las finales presenciadas y ganadas, le recuerdan las presenciadas y perdidas. ¡En El País!

Pese a todo, los campeones de Europa (de fútbol) han sido recibidos hoy por el Rey y por el presidente del Gobierno. Ambos han escuchado a Casillas sentirse orgulloso de ser español, que es el gentilicio, el adjetivo que describe a los que somos de aquí aunque para Zapatero ese aquí sea algo "discutido y discutible". Ayer lo dijeron más y más fuerte en la plaza de Colón, la de las comparaciones odiosas de Gallardón. Hoy sólo lo han recordado, lo han rubricado, algunos; menos que ayer que hasta Xavi Hernández lanzó un viva a España. ¿Será cierto lo de las medias? Eso será tema de otra consecuencia.

Sea cierto o no, lo que nadie consigue negar es que los borrachos y los niños dicen la verdad. Lo dice uno que tiene niños en casa de cuando en vez y que ayer vio beber a los jugadores de la roja como en la vida había visto beber ni a los jugadores brasileños. Que beber beberán todos pero hasta hoy siempre había sido algo vedado, oculto, reservado al común de los mortales que no puede ni acceder a un pub de Neustift. Pero lo de ayer, como digo, esa apología del haz lo que yo digo, no lo que yo hago, no fue bochornosa (otro día explicaré porqué) pero sí indignante. La imagen de esos referentes a los que ponen a hablar antes de los partidos porque lo son de millones de personas bebiendo una Cruzcampo tras otra y con su botellita de J&B en el autocar es algo contradictorio. ¿Cómo sacar algo en claro de entre la contradicción? Menos mal que yo a los futbolistas no les hago caso ni cuando juegan pero no me gustaría ser un padre de esos que en la final le decían a su hijo lo de: mira, tienes que ser como ellos, que no son racistas y practican el fair play... y al día siguiente tener que escuchar... ¿Papá, hoy también tengo que ser como ellos? Pásame una birra.

En la imagen, el mejor jugador de la Eurocopa junto a otros compañeros bebiendo en una fotografía tomada por Luis Ángel Alonso.