La paciencia tiene un límite. O dos, le ha faltado decir a Mariano Rajoy. Con esto de Internet, dependiendo del día, los titulares de un periódico son más o son menos pero nunca pocos. Decía grandilocuente Carmen Iglesias en la apertura del Máster de Periodismo de EL MUNDO y CEU que el periodismo es la historia del presente y todo el mundo sabe que la historia no se ha escrito con prisa (en minúscula). Por eso Mariano Rajoy protagonizaba a las 21:34 h. del jueves 29 de octubre en la web de EL PAÍS el siguiente titular: Rajoy aplaza al martes las medidas para poner orden en su partido. El titular tomará cuerpo el martes pero, mientras, el antetítulo -Basilio aquí me corregirá por el messenger- da juego. Supongo que por eso lo publica EL PAÍS que afirma que el líder del PP pierde la paciencia.
Mesurada forma de perderla, la del gallego, que con su concepción tan particular del tiempo contagia al resto y del vaso rebosante a las 23:42 h. el mismo sitio web cambia al desahogo del líder del PP: "Santo Job sólo ha habido uno". Mariano y sus relojes, ese tiempo -esos tiempos- que sólo él sabe marcar a su manera, sus silencios ¿cómplices?, su ¿desidia?, su ¿debilidad? Su manera de ser y obrar en el circo popular en el que todos los enanos ya han pegado el estirón. Job perdió su rebaño, a sus hijos y sufrió enfermedades (el orden de los factores no recuerdo cuál es pero fastidia por igual) y a Mariano no enumero pero todos conocemos cómo le gestionan el desgastado crédito electoral. Lo que ya no sé si hace bien el hombre en decir lo de Job. La verdad es que había más motivos para creer en su triunfo algún día si su sombra hubiera seguido pareja en la pared del día político a la del santo Job, pero hasta la paciencia de Rajoy tiene un límite. O dos. La cosa ha sido que cuando más no le pueden mover ya la silla ha salido el que, precisamente, lo sentó en ella a decir que tres cosas hay en la vida, además de la salud, el dinero y el amor, que a él le fueron muy bien para reinar: "un partido, y no varios; un proyecto, y no varios; y si es posible, un líder, no varios". Y el que tenga esas tres cosas, que le dé gracias a Dios. Como Job, que al final terminó teniendo el doble de riquezas y nosécuántos hijos. El problema para las aspiraciones de Rajoy es que, como él dice, Job sólo hay uno.
Mesurada forma de perderla, la del gallego, que con su concepción tan particular del tiempo contagia al resto y del vaso rebosante a las 23:42 h. el mismo sitio web cambia al desahogo del líder del PP: "Santo Job sólo ha habido uno". Mariano y sus relojes, ese tiempo -esos tiempos- que sólo él sabe marcar a su manera, sus silencios ¿cómplices?, su ¿desidia?, su ¿debilidad? Su manera de ser y obrar en el circo popular en el que todos los enanos ya han pegado el estirón. Job perdió su rebaño, a sus hijos y sufrió enfermedades (el orden de los factores no recuerdo cuál es pero fastidia por igual) y a Mariano no enumero pero todos conocemos cómo le gestionan el desgastado crédito electoral. Lo que ya no sé si hace bien el hombre en decir lo de Job. La verdad es que había más motivos para creer en su triunfo algún día si su sombra hubiera seguido pareja en la pared del día político a la del santo Job, pero hasta la paciencia de Rajoy tiene un límite. O dos. La cosa ha sido que cuando más no le pueden mover ya la silla ha salido el que, precisamente, lo sentó en ella a decir que tres cosas hay en la vida, además de la salud, el dinero y el amor, que a él le fueron muy bien para reinar: "un partido, y no varios; un proyecto, y no varios; y si es posible, un líder, no varios". Y el que tenga esas tres cosas, que le dé gracias a Dios. Como Job, que al final terminó teniendo el doble de riquezas y nosécuántos hijos. El problema para las aspiraciones de Rajoy es que, como él dice, Job sólo hay uno.