Si a un almeriense le suena a chiste que sigan sin encontrar a Lorca, imaginen siquiera que alguien se plantee emprender esa empresa, la de buscarlo. Coño, si la de Federico no es la avenida más larga de Almería pero casi ¡como para no encontrarlo! Con lo hermosa que es esa costura de la ciudad y encima él que está feo y mal hecho en la plaza de Bálmez viendo pasar gitanos y sudamericanos. Pero si Lorca está aquí, en Almería, en una plaza a la que da una casa en la que vivió y en una gran rambla a la que vienen a dar otras ramblas y que ahora es una avenida-paseo-boulevard de palmeras paralelas, una placita para irte con tu pancarta a que te graben las teles locales y un anfiteatro. Y todo eso con un enorme aparcamiento subterráneo haciéndole cosquillas por la barriga al itinerario de vuelta que descubrió Pasión el pasado Lunes Santo. Con lo que fue la Rambla, ahora un anchurón de fuentes, quioscos y palomas, estatuas raras y varios obeliscos con nombre de poeta es la arteria vertebradora de la ciudad, la que cerró las heridas de la que salía por septiembre flotándole los coches entre canastas y parques cerrados. A Federico lo buscaban pero no se lo han encontrado por más que lo intentan. No aparece entre la morgue removida por más tierra que sacan. A ver si no va a estar ahí fue la siguiente idea y la maquinaria marxista comenzó a rodar. Por cierto, que en EL PAÍS leo una entrevista a Francisco Carrión y a Maribel Brenes, el arqueólogo y la historiadora que ahora nos cuentan otras historias cuando se les pregunta qué toca ahora. Que donde estaba no es que no esté sino que, como diría Sabino, ni se le espera. Responde el arqueólogo: 'a partir de las peticiones de familiares, trabajar con metodología científica, que es lo que hemos hecho'. Pero si lo que han hecho para encontrar a Lorca no ha servido para encontrar a Lorca ¿qué sentido tiene seguir buscando a Lorca con unos criterios que no han servido para encontrarle? Será cuestión de ampliar el radio de acción, que es una expresión muy de serie americana de finales de los ochenta. Y aparecerá. Les preguntan si el barranco de Víznar está totalmente descartado y ella no se arruga: 'nunca lo hemos considerado una fosa fácil porque los datos que tenemos nos dicen que los cuerpos pueden estar desmembrados y sería muy difícil su individualización'. ¿Lo que interesaba era encontrar a Lorca o que buscarlo fuera fácil? Lo que interesa lo sé yo. Y la familia. Por eso muerto está en un sitio y buscan sus tibias en otro.
Qué hermoso suena lo de dar cristiana sepultura. O sepultura sin adjetivos. Todos los que la deseen la merecen y hasta ahí es loable el esfuerzo. Pero resulta que en Málaga se desentierran huesos a los que ciegan los flashes de las cámaras para regresar a la oscuridad con estupor de habitación. El interés decrece porque un hueso no es una hipoteca sino un pelotazo en tiempo de crisis. Como cuando Manuel Jove le vendió FADESA a Fernando Martín dos meses antes de que explotara la cosa. Ahí lo llevas. Ahí se quedan esos huesos para los que la política populista no tiene más medios que los indispensables para airearlos. Por eso no me agrada la búsqueda de los restos del hombre y a la familia tampoco. Ellos saben dónde está y con eso basta. Y yo sé que lo saben. Por eso nunca solicitaron la búsqueda. Ahora se apresura la consejera de Justicia de la Junta de Andalucía a decir que nunca buscaron a Lorca. 'Ni lo hemos buscado ni lo vamos a buscar' (aquí) como si Sabino ahora fuera Paco Lobatón y tras titulares intencionadamente engañosos ahora se confirma que la familia nunca lo pidió. Si lo sabré yo. Esta es la misma mujer, por cierto, que mantiene que 'se ha hecho lo que se tenía que hacer y como se tenía que hacer'. Eso he hecho yo. Yo soy poco de sentir fascinación por el granadino. Granada no me gusta por más que intentan hacer que me sienta culpable los que la adoran y la ascendencia hace mucho a la hora de estimar al hombre. Luego, al poeta lo conozco de aquella manera, por libros robados de la esquina de Galeón con Remo y mi opinión no varía mucho del profético anuncio de Ángel López Jerez el día que me presenté en su casa con un poemario suyo. ¿Lorca? A ti eso no te va a gustar. Y acertó el tío. Y mira que lo intenté. No soy muy devoto de Lorca y me aferré a los textos sagrados para abrazar la lírica del andalucismo. En Andalucía hay que serlo -devoto de Lorca- y no sé cómo andarán los dogmatismos allende los olivares pero Lorca es un sello, una marca, una denominación de origen para -creo- todos aquellos que no han leído nada suyo aquí abajo. Tengo que leer más. O menos, ya veremos. Mientras tanto, descansa Lorca en los cielos, el sitio fijo de veraneo eterno que se ha buscado siendo él cinco letras en el cielo en vez de tu cara de plata. Allí no podrán remover los votos.
Qué hermoso suena lo de dar cristiana sepultura. O sepultura sin adjetivos. Todos los que la deseen la merecen y hasta ahí es loable el esfuerzo. Pero resulta que en Málaga se desentierran huesos a los que ciegan los flashes de las cámaras para regresar a la oscuridad con estupor de habitación. El interés decrece porque un hueso no es una hipoteca sino un pelotazo en tiempo de crisis. Como cuando Manuel Jove le vendió FADESA a Fernando Martín dos meses antes de que explotara la cosa. Ahí lo llevas. Ahí se quedan esos huesos para los que la política populista no tiene más medios que los indispensables para airearlos. Por eso no me agrada la búsqueda de los restos del hombre y a la familia tampoco. Ellos saben dónde está y con eso basta. Y yo sé que lo saben. Por eso nunca solicitaron la búsqueda. Ahora se apresura la consejera de Justicia de la Junta de Andalucía a decir que nunca buscaron a Lorca. 'Ni lo hemos buscado ni lo vamos a buscar' (aquí) como si Sabino ahora fuera Paco Lobatón y tras titulares intencionadamente engañosos ahora se confirma que la familia nunca lo pidió. Si lo sabré yo. Esta es la misma mujer, por cierto, que mantiene que 'se ha hecho lo que se tenía que hacer y como se tenía que hacer'. Eso he hecho yo. Yo soy poco de sentir fascinación por el granadino. Granada no me gusta por más que intentan hacer que me sienta culpable los que la adoran y la ascendencia hace mucho a la hora de estimar al hombre. Luego, al poeta lo conozco de aquella manera, por libros robados de la esquina de Galeón con Remo y mi opinión no varía mucho del profético anuncio de Ángel López Jerez el día que me presenté en su casa con un poemario suyo. ¿Lorca? A ti eso no te va a gustar. Y acertó el tío. Y mira que lo intenté. No soy muy devoto de Lorca y me aferré a los textos sagrados para abrazar la lírica del andalucismo. En Andalucía hay que serlo -devoto de Lorca- y no sé cómo andarán los dogmatismos allende los olivares pero Lorca es un sello, una marca, una denominación de origen para -creo- todos aquellos que no han leído nada suyo aquí abajo. Tengo que leer más. O menos, ya veremos. Mientras tanto, descansa Lorca en los cielos, el sitio fijo de veraneo eterno que se ha buscado siendo él cinco letras en el cielo en vez de tu cara de plata. Allí no podrán remover los votos.