28 de diciembre de 2009

Mengano en Navidad, malsonante

El dinero no da la felicidad pero te puedes ir de putas. Y que le digan al que se va de putas que ir de putas no le reporta felicidad. El dinero es lo que no tienen los que gozan de salud el 22 de diciembre como manda el tópico y el escepticismo lo que tenemos los que el 23 amanecemos igual de pobres y, además, tosiendo. Pero los hay con suerte en esta vida y lo mismo ganan que mangan. La honradez en esos casos se diluye en un charco de matices y lo mismo al que lo gana honradamente se le escapa antagónicamente que, directamente, se gana de aquella manera. Rafael Santano sabe lo que es chapotear en ese charco lo que pasa es que no tenía dinero. Y si lo tenía le daba cosa gastárselo en putas. Dar cosa es siempre algo malo o si no malo, muy bueno tampoco. Que algo te dé cosa es que te da vergüenza, apuro o asco, directamente. Así de sencillo. Por eso el secretario del alcalde de Baena decía que le daba cosa gastarse su dinero en putas. Por eso, porque una cosa lleva a la otra, metía la mano en la saca de la casa pública que eso no le daba cosa y tan contento que se iba él de putas a Marbella. Y así, saltando de una cosa a otra, resulta que la cosa se complica con un Santano muy cofrade él, dato gracioso conocido gracias a internet. Esas cosas son tan nuestras que van de la mano. Las putas y las cofradías, digo, no internet, que también ya. A saber cómo sería El Macarena en la calle Real de los simpáticos años veinte pero es fácil imaginar cómo se pondría la cosa cuando a su altura las que eran putas en la cama y putas en la calle —castiza versión del dicho jovial— le cantaban a la Soledad. Las que liarían las sotanas, que es otro concepto que es hablar de dinero y sale. No sólo por el que recoge sino por el que reparte, lo que le ahorra al Gobierno que trata de colgarlas y lo que disfrutan para vivir los que menos ruido hacen en los medios.
El dinero no da la felicidad y se ha escrito tanto sobre él que algunos se lo han tomado al pie de la letra y han escrito sobre él. Algún billete extranjero ha llegado a mis manos con curiosos poemas. Poner a tus padres en el mundo tiene estas cosas, billetes usados que te traen con costumbres de otros países. Pero desde la llegada del euro eso no lo he vuelto a leer no sé si porque mis padres dejaron de viajar o porque ya no es exótico ver el mismo billete con el que compras tabaco a 6.000 kilómetros. Ahora el que quiere aventura se va a un locutorio y en el mostrador puede ver billetes de países africanos con Falla más moreno o Galdós con menos pelo en el bigote o menos bigote, que es lo mismo. Aquellos sí que eran billetes y no los de la República, que duraron lo que una burbuja de champán. Ay, error. Las burbujas de champán aguantan ya de año en año. Freixenet lleva dos navidades repitiendo burbujas. Ahora las cosas se hacen para que aguanten. Nos ha entrado un complejo de romanos y hacemos acueductos que duran lo que tengan que durar. El dinero puede hacer eso y mucho más. Permite que un tipo como Tiger Woods tenga muchas amantes. ¿Cuántas se acostarían con el golfista si no tuviera dinero? Un duro en el bolsillo abre muchas cosas, y puertas también. A saber cuántas queridas tendría don Fulanito si don Fulanito fuera Fulano de Tal o, peor aún, fuera Mengano. Él sí que lo tiene mal, que come a diario gracias a las monjas del comedor de La Milagrosa en Alcalde Muñoz. Mengano oye hablar de ayudas que no llegan y de ayudas que se acabaron antes de llegarle a él y se come un cocidito madrileño muy almeriense. Este año lleva fideos de la cofradía oscura de la calle de las Cruces que todos los años dona un puñado de euros y este año le tocó al comedor donde le toca comer a Mengano por las cosas de la vida. Y por esas cosas de la vida, como Mengano no tiene para putas se tiene que conformar con que le toquen los huevos los del Gobierno. Que es también algo muy nuestro.

Fotografía: REUTERS