El camarero se atreve a preguntar por los lazos que no para de ver entrar en las solapas de los clientes de la Tahona. ¿Por qué los hay de diferentes colores? Todo le cuadra mientras se acercan a pagar unos rojos y blancos. Yo he descubierto que con quien me tengo que casar es con una mujer que se pone las gafas de sol en la cabeza. Con sus hijos, en una calle peatonal, la tarde se hace menos tarde a su lado y adentro, tras los cristales, apuran canosos matrimonios la comida, el café o el descanso que la tarde se prevé dura. Tres cofradías; platos fuertes, postre, copa y puro decíamos esta mañana en 16:9. En el ecuador se le ve al día trasiego de músicos y costaleros por la carretera de Ronda. La de cofrades de los barrios que hacen grande el centro esta Semana y Pepe Camacho salva la tarde y el resto de tardes desde la distancia de sus gestiones. La cafetería del hotel Torreluz es una gran desconocida. Ahora es más oscura y menos clásica pero es un oasis tras el desierto de arrimarse a la barra del quiosco Amalia. El nuevo Oasis recibe oleadas de náufragos del mismo intento pero nosotros optamos, como digo, por el oasis oscuro y tranquilo de la cafetería del hotel cercano. La luz llama a la puerta de los naranjos de la antigua plaza de Canalejas y me da a mi que le florece un botón en un alarde de condescendencia con la tarde. Salen tres nazarenos de la antigua calle de Vargas. ¿Es que hoy la cosa va de antiguo? No, que sale la Cena, cofradía nueva que no lo parece.
Aunque nací sin ella, ya no concibo un Domingo de Ramos sin la Cena. Será porque nunca ha faltado y ya se ha hecho indispensable. O será por esto último, sencillamente. Las tardes serían menos tardes sin este misterio grande y por eso yo lo quiero ver (sin este misterio grande y una mujer con las gafas de sol en la cabeza). Desde hace unos años la cofradía sale hacia Correos. Antes lo hacía buscando Floridablanca o Torres, dependiendo, pero ahora busca trazar un ocho de nazarenos blancos que sortean conventos chorreándole los cirios al cuadril. La cofradía se hace extraña en la calle, muy serena, sin los alardes devocionales de los que alardean otras pero plantando uno de los mejores cortejos. La tranquilidad es lo que mejor define a la cofradía. O la elegancia, si es que no son la misma cosa (que lo parece). La cofradía ofrece muchas dudas. Es precioso esperarla en General Castaños y ver llegar los ciriales pero es que es precioso acompañarla hacia las Puras así que donde te pille la disfrutas. Como la puedes disfrutar en la lonja de la Catedral castigando al costero izquierdo, que este año no ha castigado. Vuelvo a ver la cofradía en la Carrera oficial, subiendo la pendiente en la voz ronca de R. Alejandro Torres y conversando de flores con Plaza y Pérez en la radio. Paco Valdivia no ha acertado este año con los jacintos. Se caen, se vienen hacia abajo cuando el paso va hacia arriba. Uno de los que caen se lo entrega Daniel a Lucía que ve pasar la cofradía junto a sus primos y hermanos a las espaldas de la plaza de la leche. Y el paso se lleva detrás del Cordero y el libro de los siete sellos un dibujo del Señor que ha hecho Lucía. Luego vendrá la Virgen sin azahar este año. La lluvia manda, obliga, condiciona. El repertorio da gusto. A la vuelta yo veo a la Virgen contenta. Un repentino escalofrío me hace tomar conciencia de mi pertenencia a la tribu. Suena una marcha de Borrego y lo mismo esto influye. Y la de Marvizón para el Lunes. Los nazarenos se vuelven a meter en la iglesia de la que salieron. Han recorrido la ciudad sin aspavientos con una túnica blanca como todas las de hoy. No sólo Teruel existe, Cebrián también. Y otra vez suena su Macarena. Y Pantión, y Gámez. Y Javier Tapia que se trae otra marcha este año. La cofradía ya ha entrado. Creo que Manuel Mateu le canta a la Virgen grande al entrar, o lo mismo lo hace otro día, o fue otro año. El que viene hay que volver a estar para salir de dudas.
Aunque nací sin ella, ya no concibo un Domingo de Ramos sin la Cena. Será porque nunca ha faltado y ya se ha hecho indispensable. O será por esto último, sencillamente. Las tardes serían menos tardes sin este misterio grande y por eso yo lo quiero ver (sin este misterio grande y una mujer con las gafas de sol en la cabeza). Desde hace unos años la cofradía sale hacia Correos. Antes lo hacía buscando Floridablanca o Torres, dependiendo, pero ahora busca trazar un ocho de nazarenos blancos que sortean conventos chorreándole los cirios al cuadril. La cofradía se hace extraña en la calle, muy serena, sin los alardes devocionales de los que alardean otras pero plantando uno de los mejores cortejos. La tranquilidad es lo que mejor define a la cofradía. O la elegancia, si es que no son la misma cosa (que lo parece). La cofradía ofrece muchas dudas. Es precioso esperarla en General Castaños y ver llegar los ciriales pero es que es precioso acompañarla hacia las Puras así que donde te pille la disfrutas. Como la puedes disfrutar en la lonja de la Catedral castigando al costero izquierdo, que este año no ha castigado. Vuelvo a ver la cofradía en la Carrera oficial, subiendo la pendiente en la voz ronca de R. Alejandro Torres y conversando de flores con Plaza y Pérez en la radio. Paco Valdivia no ha acertado este año con los jacintos. Se caen, se vienen hacia abajo cuando el paso va hacia arriba. Uno de los que caen se lo entrega Daniel a Lucía que ve pasar la cofradía junto a sus primos y hermanos a las espaldas de la plaza de la leche. Y el paso se lleva detrás del Cordero y el libro de los siete sellos un dibujo del Señor que ha hecho Lucía. Luego vendrá la Virgen sin azahar este año. La lluvia manda, obliga, condiciona. El repertorio da gusto. A la vuelta yo veo a la Virgen contenta. Un repentino escalofrío me hace tomar conciencia de mi pertenencia a la tribu. Suena una marcha de Borrego y lo mismo esto influye. Y la de Marvizón para el Lunes. Los nazarenos se vuelven a meter en la iglesia de la que salieron. Han recorrido la ciudad sin aspavientos con una túnica blanca como todas las de hoy. No sólo Teruel existe, Cebrián también. Y otra vez suena su Macarena. Y Pantión, y Gámez. Y Javier Tapia que se trae otra marcha este año. La cofradía ya ha entrado. Creo que Manuel Mateu le canta a la Virgen grande al entrar, o lo mismo lo hace otro día, o fue otro año. El que viene hay que volver a estar para salir de dudas.