18 de junio de 2010

El capricho antiguo y algunos edificios

Cuando la Custodia el domingo me recorrió el barrio y el cortejo le salió por delante quise creer que empezaba el verano. El verano empieza cuando el Corpus -por llamarlo de alguna manera- grande entra y en la plaza cada vez hay menos niños y menos familias y más seminaristas. Aunque este año el verano no está llegando ni tras el grande ni tras el chico. El verano no ha llegado ni ha empezado y eso que pasamos ya del 40 de mayo en nueve días, nueve. Así que sin sudar como se ha sudado otros años se escuchaba llegar una banda y su redoble y, delante, y enmedio y detrás, venía Andrés Felices.

El Corpus chico fue un capricho antiguo de Andrés, esa suerte de caminatas con las que ganaba el Jubileo entonces y que bien le valió a la cofradía una insignia más que bordó Carmen Muley. Todo el capricho aquel lo resumía un hombre de atardecida de iglesia en iglesia. Que lo mismo te venía de la patrona y se te plantaba en los franciscanos porque el jueves el Santísimo se exponía a los pies de la una y el viernes amanecía en el altar del otro. Aquello era el Corpus chico de todo el año. Y las octavillas una semana antes. Y los carteles quince días antes. Y todo el año. El Corpus chico era un altar en la plaza del maestro Bálmez hecho por vecinas y niñas a los lados como ángeles. Y altares de otras cofradías que entonces venían y en el portón de lo que hoy es la ronda del beato Diego Ventaja y que daba a la calle de los Duendes montaban uno, y en Arráez, y a las espaldas del Ayuntamiento el Gran Poder que llegó a montar entonces uno. Con los altares se fueron yendo los edificios. El actual edificio ese, neutro, asola el antiguo colegio diocesano que era altar que montaba la Borriquita. Sin ir más lejos. Es entretenido comprobar cómo se alejan los cortejos y se les queda rumor de vida. En los palios es muy seguido aquello pero en el Corpus chico nadie queda. Todos acompañan a este otro palio y da una imagen de coherencia y gusto que gusta y marchan todos de convento en convento. Aquel capricho antiguo de Andrés un año más me recorrió el barrio y el cortejo le salió por delante dejando edificios o solares por el camino.