El lobo feroz llegó a la cola del SAE. El lobo feroz, tres ecuatorianos, trescientos mil gitanos, algún eslavo y los castellanos de siempre. Los castellanos de siempre son mucho de cola en el INEM. Muy de los ochenta. O más tarde. Yo lo veía por la tele, párvulo como entonces y crédulo como ahora. Aquella España de yonquis, quinquis y demás perlas del idioma, de cuando la Rambla era el secarral que se cruzaba para ir de un lado a otro. A un lado se iba a vivir y al otro a dormir, que la ciudad aún era esto y poco más. Así que en los telediarios que podía ver yo veía largas colas. Luego me subía en un autobús con mi abuelo, que lo mismo cogía el de Chamberí que el de las 500 viviendas e iba conociendo la realidad de España. Una forma era oliéndola. Otra era viendo solares. España/Almería de autobús y el preventorio alojando drogatas, otra palabra muy de entonces. Todo era como droga entonces, otro lobo feroz que hizo estragos en mi calle. El paro y la droga. Así que el cuento de cuando yo era niño era como sufrido pero yo no tenía ni motivos ni conciencia de que tuviera que sufrir. Yo de niño me lo pasaba muy bien, como todos los niños que se lo pasaban muy bien de niños menos cuando no me lo pasaba tan bien pero en esto creo que sería como el resto de niños que también tenían sus momentos. Supongo. Así que tuvimos que crecer como crecieron las colas de parados a las puertas del INEM y luego también recuerdo que por entonces se hicieron púberes los pescadores, que tiraban piedras en la cuesta de los Cordoneros y la policía nacional les tiraba pelotas de goma de esas que llevaban dentro una piedra, una bola de acero, de hierro o lo que fuera. Juanito tenía una y de eso lo sé yo, que si no, de qué. Eran rojas apagado, arcilla. O así las recuerdo. Quizá tampoco las colas de parados fueran tan grandes. En esto del terreno de la infancia ya se sabe lo que se mitifica. O se mezcla. Porque yo miro para atrás y veo parados en el INEM, la droga y a los franceses volcando camiones en la frontera. Es uno ponerse a mirar atrás y los recuerdos le ponen a uno un revisor detrás, en el autobús, y eso es hoy Roma, dicen. Como la papelería. Y como el cine. Eso es que mezclo. Y España es como en los ochenta pero con menos ganas.