La mar o el mar. Volver. Hubiera querido ser una de esas pequeñas vidas, completas, dentro de una cabaña, una barca, un regato. Mas no pertenezco a esto. La naturaleza, tan soñada de lejos, tan leída, sólo me da, aquí, la dimensión de mi soledad. Es del tamaño de lo que no soy. Puedo escribirlo todo, pero la literatura es la distancia definitiva que perpetuamos entre nosotros y las cosas. (La literatura ya no es para mí, como antaño —ay— una manera de posesión y fornicación con el mundo, sino la secularización de mi aislamiento). Rías, cielos, vidas, lluvias, mares, montes, bosques donde nunca fui ni soy ni seré libre. Respiro hondamente y el mundo me traspasa.
Luego tristemente, se retira de mí.
Mortal y rosa. Francisco Umbral