1 de diciembre de 2010

Miguel, ¿tú has visto la hora que es?

Aparcamiento de Torrecárdenas el martes. IDEAL

Hoy me tiene la calle un vecino menos. Me lo lleva teniendo dos días que es lo que la familia o alguien ha tardado en darse cuenta de que, oye, Miguel no aparece. Y Miguel estaba esperando a los municipales, a los de la ambulancia, al juez y a los nacionales en algún rincón de su casa ya menos tieso de lo que estuvo ayer pero igual de fiambre, el hombre. Miguel ahora aparca coches en la puerta del purgatorio igual que antes los aparcaba en la de Torrecárdenas. Los coches llegan igual y él se puede seguir poniendo el chaquetón ese de la Verdiblanca que se ponía para avalar los cobros. Y luego el talonario se le quedaba en el bolsillo o desperdigado por los salpicaderos de los coches de otros. Como una vez uno que fue y aparcó y se bajó de un coche rojo. Anécdotas como esta vivía Miguel a diario pero ahora se ha muerto. Bueno, la cosa es que se murió hace unos días pero ahora nos hemos enterado en la calle. Antonia dice que el día antes de morirse le dijo que se iba a ir a Barcelona a pasar la Navidad con su madre y su hermana, muy sorprendida. Es normal que la gente se extrañe de que uno que se ha muerto antes te haya hablado. Eso es de un raro que espanta. ¿Que se murió anoche? Pero si ayer por la mañana lo vi. Aunque si eso es sorprendente, como dice otro de la calle, más sorprendente sería haberlo visto esta mañana, claro. Pero para entonces Miguel se rebullía entre sábanas rígidas en su colchón de gres. Pero espérate que yo aquí lo mismo peco de lo que sea. ¿Y yo qué sé si Miguel tenía gres en su casa? No era plan de preguntárselo a alguien. Oye, ¿Miguel tenía puesto gres en su casa? Ahora que digo casa, que no se me vaya a olvidar pero se le están muriendo los inquilinos. Primero fue la pierna de Pepe y la pierna se llevó a Pepe o Pepe se llevó su pierna y la otra donde quiso antes de que los médicos se la llevaran como se la querían llevar. Y a Pepe le dieron sepultura antes de tiempo pero con sus dos piernas, como él quería. En cambio a Miguel la sepultura se la van a dar tarde. Yo no sé lo que le pasa a mi calle que aunque uno no se muere hasta que le llega la hora, aquí nadie es puntual para morirse. Bueno, Miguel lo ha sido: llegó su hora y él, pajarito. Los que no hemos sido puntuales somos los que nos hemos quedado, que un poco más y el pijama de pino se lo ponemos con madera de árbol de navidad de esos que se tiran el 6 de enero. Menos mal que en este tiempo Miguel ha conservado la cabeza fría. Tú esas cosas, Miguel, no nos las tengas en cuenta, que ya sabes cómo es la calle. Y encima con envidias. Vaya tela con el Miguel, dos días que ha estado cotizando sin trabajar. Y encima lloviendo, que ya sabes tú cómo se pone el aparcamiento de Torrecárdenas cuando llueve, que allí hay más agua que en la piscina sindical cuando la piscina sindical tenía agua. Menudo tipo con suerte, de la que se ha librado el Miguel este. No sabes tú con la que está cayendo. Bueno, qué te voy a contar que tú ya no sepas. Hala, donde estés sigue cuidando coches y, en un hhueco que tengas, échale un vistazo al mío. Cuida de nosotros mejor de lo que nosotros cuidamos de ti, Miguel. Un abrazo.