En la vida hay cosas. Hay desde grapadoras a paquetes de tabaco pasando por ceniceros que le den utilidad al humo o papeles sentido al acero rojo de la grapa. Hay sensaciones, emociones y mostaza, periódicos, revistas y chicles pegados en el suelo de la plaza Pablo Cazard. La vida por las mañanas se estira y dice, ea, aquí estoy yo, con mis churros y su humo, con naranjos con naranjas, con droguerías y panaderías y muchas fruterías. Si es que hay de todo, para que no falte de nada, que hay obreros y zanjas, y hasta la vida nos ha dado a Juanico que baja por el pasaje del Cristo de la Oración en el Huerto y se ríe y te saluda, y le saludas, y te ríes, y os reís (nos reimos todos) y nos despedimos y nos seguimos riendo. En la vida uno mete la mano a ciegas a ver qué saca y normalmente se lleva otro palo de ciego pero me han dicho que los palos enseñan. Yo escuchaba lo de la letra con sangre entra pero me parecía muy franquista. Ahora la gente no es así. O no hay necesidad de aprender a palos. Pero era yo el que cantaba cara al sol, y, claro, como tengo los ojos claros, cantaba cegado por el astro rey y el palo me ha tirado hasta los palos del sombrajo. Pero la vida tiene más cosas. Tiene, por ejemplo, la opción de decirle a tus contactos y a los contactos de tus amigos que 'me gusta' una foto que alguien ha subido a Facebook. O reportar el abuso de un vídeo en Youtube. Ahora sí que se vive bien, sin los pecados antiguos y libre de mancha alguna, que hemos dejado al 8 de diciembre así cojo con la cojera que andaba Pepe Luis que dicen que este año regresa a esto de los pasos. Qué bonita es la vida con sus cosas a flote en esa bolsa oscura en la que todavía terminan las tuberías de mi calle. Pero también están las grapas y eso hace que la vida merezca la pena. A pesar de la pena. Y a pesar de los políticos, claro. Y de los que están en el registro, en el Ayuntamiento. La vida tiene tantas cosas que es imposible no ilusionarse viéndola. Qué maravilla es la vida ahora que las bolsas de Mercadona son de un plástico más resistente al peso de tus compras. Que me venga alguien a negar la excelencia de los avances, la vida mejor que nos ha dejado la vida. Que yo creo que esto no lo supera ya nadie. Yo no me veo estudiado con pena, ay, pobre, qué mal vivían estos antiguos (yo, nosotros) sin (póngase aquí cualquier avance tecnológico desconocido aún pero indispensable en el momento de emitir el juicio). O expuesto en un documental de la BBC como un pompeyano. Aunque eso es porque yo sé que el Volcán lo cerraron y por eso ahora digo que volcanes a mí no me sepultarán (más). ¿Más? Sí, claro. Porque algo de ceniza sí que llevo y, encima, por escupir un día para arriba, encima, se está convirtiendo en barro. La vida pone todo a tu alcance y de aquellos lodos ahora lo entiendo: estos barros. En fin, a falta de pan buenas son las teorías de Juan. Al menos le dan un sentido a lo que tiene otro y la cosa se lleva ¿mejor?