Crónica con la lengua pesada, o lenta, o pegajosa, convaleciente, dolorida del manejo desprevenido de ginebra en dos vasos con la que la sorprendí la noche del domingo. He salido de cruces tres días, por ahora, inventándome la fracción lúdica del 3/4. En este lapsus festivo a uno le ha dado tiempo a visitar las siguientes cruces por este orden: Prendimiento, Amor, Silencio, Cena, Pasión, Silencio, Cena, Silencio, Cena, Silencio y Prendimiento. De algunas he sido echado vilmente, escalón abajo, pero en el viaje he ganado compañeros de parranda y folclore, de esos que ya no son bien recibidos a las horas en las que las señoras friegan los suelos y los señores sacan bolsas negras que mean Barbadillo. Toda esta experiencia vital del primer fin de semana de cruces (largo en su puente del primero de mayo) así como mi dilatada experiencia como frecuentador de la fiesta me avalan para la crónica improvisada y seguramente desmemoriada de lo acontecido hasta la fecha. En lo artístico, la valoración es que me gustan siempre las cruces aunque se echa en falta (mucho) la Cruz más cofrade siempre (últimamente): la de la Soledad. Para el pan duro de su ausencia, buenas son las tortas de la de Pasión, la cruz que queda más cofrade de las vistas. Interesante el busto que hay, a la izquierda. No se lo salte cuando entre a pasar calor. Y no pida tortilla. La de la Cena no tiene pero. No se lo busquen. Las tijeras como no anden por la cocina... Pero, pese a todo, siempre es un derroche el trabajo de Guillermo Padilla, que pasa de la manigueta a los geranios con una facilidad pasmosa y un gusto estupendo. Sus cruces son siempre un monumento efímero a la luz. Estupendos los pinchos y los boladillos de bacalao. En el Silencio ambiente agradable y muy ricas (hoy por ayer) las patatas a lo pobre. Rápido servicio y (hoy por ayer) persianas a medio bajar y marchas por sevillanas. Mientras afuera llovía. ¿La Semana Santa y las cruces de mayo son como la Claudia Prócula de la Sentencia, que no sólo son la misma cosa sino que, además, lo parecen? Lo que no parece nunca lo mismo es la Cruz del Prendimiento que si no le llueve es una y si a la ciudad le llueve (como hoy, por ayer), la Cruz es otra. Magnífica la suerte de pasar por el patio de Bendicho y no encontrarte nunca lo mismo. Interesante. El año va de propuestas interesantes: la maya del Silencio (primer premio en la modalidad) lo es y mucho. Mañana hablaremos de eso y más. Ahora seguimos con un resumen rápido de lo que hay en cada sitio al que voy. En el Amor curioso ambiente, lleno sin agobios. En la gloria. Y ya está. Luego cuando se me pase lo de la lengua, si eso, vuelvo con más.
2 de mayo de 2011
Cruces 2011 (1)
Crónica con la lengua pesada, o lenta, o pegajosa, convaleciente, dolorida del manejo desprevenido de ginebra en dos vasos con la que la sorprendí la noche del domingo. He salido de cruces tres días, por ahora, inventándome la fracción lúdica del 3/4. En este lapsus festivo a uno le ha dado tiempo a visitar las siguientes cruces por este orden: Prendimiento, Amor, Silencio, Cena, Pasión, Silencio, Cena, Silencio, Cena, Silencio y Prendimiento. De algunas he sido echado vilmente, escalón abajo, pero en el viaje he ganado compañeros de parranda y folclore, de esos que ya no son bien recibidos a las horas en las que las señoras friegan los suelos y los señores sacan bolsas negras que mean Barbadillo. Toda esta experiencia vital del primer fin de semana de cruces (largo en su puente del primero de mayo) así como mi dilatada experiencia como frecuentador de la fiesta me avalan para la crónica improvisada y seguramente desmemoriada de lo acontecido hasta la fecha. En lo artístico, la valoración es que me gustan siempre las cruces aunque se echa en falta (mucho) la Cruz más cofrade siempre (últimamente): la de la Soledad. Para el pan duro de su ausencia, buenas son las tortas de la de Pasión, la cruz que queda más cofrade de las vistas. Interesante el busto que hay, a la izquierda. No se lo salte cuando entre a pasar calor. Y no pida tortilla. La de la Cena no tiene pero. No se lo busquen. Las tijeras como no anden por la cocina... Pero, pese a todo, siempre es un derroche el trabajo de Guillermo Padilla, que pasa de la manigueta a los geranios con una facilidad pasmosa y un gusto estupendo. Sus cruces son siempre un monumento efímero a la luz. Estupendos los pinchos y los boladillos de bacalao. En el Silencio ambiente agradable y muy ricas (hoy por ayer) las patatas a lo pobre. Rápido servicio y (hoy por ayer) persianas a medio bajar y marchas por sevillanas. Mientras afuera llovía. ¿La Semana Santa y las cruces de mayo son como la Claudia Prócula de la Sentencia, que no sólo son la misma cosa sino que, además, lo parecen? Lo que no parece nunca lo mismo es la Cruz del Prendimiento que si no le llueve es una y si a la ciudad le llueve (como hoy, por ayer), la Cruz es otra. Magnífica la suerte de pasar por el patio de Bendicho y no encontrarte nunca lo mismo. Interesante. El año va de propuestas interesantes: la maya del Silencio (primer premio en la modalidad) lo es y mucho. Mañana hablaremos de eso y más. Ahora seguimos con un resumen rápido de lo que hay en cada sitio al que voy. En el Amor curioso ambiente, lleno sin agobios. En la gloria. Y ya está. Luego cuando se me pase lo de la lengua, si eso, vuelvo con más.