28 de mayo de 2011

El bistec y las bolsas

El diario ¿amigo? haciendo estas cosas. La fotografía es criminal, delicitiva, ofensiva, ay, para la pobre jovencita que en ella sale descompuesta, triste y ojerosa. El viejo que la acompaña sonríe, se ríe de sus cuitas. Acaba de tocar el cielo o lo mismo no pero desde luego está donde ya nadie puede mearle encima en el partido. Y si eso no es el cielo, que baje Dios y lo vea. El combate estaba siendo reñido, cada uno con sus armas: el viejo con todas las que el uso del ministerio del Interior le permite (esto es, todas) a un viejo con los colmillos retorcidos y la otra con las que la iba aupando Atila, que es como me ha dado por llamar ahora a Zapatero: demagogia barata de revistilla típica de lector de izquierdas trasnochado.

En esas revistas (periódicos, radios, webs y cadenas de televisión) funciona el 'cara de'. Y Carmen Chacón le tiene cogido el truco a eso del poner caras como de hacer. Entre un tipo serio y un tipo que va con cara de ir serio va un mundo. Y con una tipa no iba a haber excepciones. Chacón es de la escuela de Zapatero. Van a los funerales con cara de preocupación, no con preocupación alguna encima, dan manos, abrazos o lo que toque y ponen cara como de hacer. La cara de vamos-a-hacer-algo-para-que-esto-no-se-vuelva-a-producir no es la misma cara que la de vamos a hacer que esto no se vuelva a producir. Pero la consigna política de Zapatero aconseja más cara de hacer que el hacer. Y en esas, Rubalcaba ha sido el Tom King (con) bistec, de Jack London, mientras la otra encarnaba a una jovencérrima Sandel que se ha tenido que pegar tal panzá de llorar en estos días que a mí sólo me provoca hilaridad. Qué ridículo más espantoso de la Chacón. Eso una mujer lo digiere peor, que lo sé yo pero, bueno, si eso ha servido para que la história mítica de la juventud haya recibido la enésima lección de humildad, pues me jodo y bailo. Para el resto o, incluso, para quien haya tenido la suerte de no leer a London, en las páginas del diario ¿amigo? tiene estos días las crónicas de uno de esos 'combates interminables en que la juventud paga un precio y de los que no sale tan joven como entra'. Basta con verle esas bolsas a la Chacón.