Qué asco. Sólo hay moscas sobre el cuerpo lleno de oquedades de ese político que hay ahí, tirado en la cuneta. ¿Quién ha sido el jacobino que habló con el carpintero que hizo la guillotina aquella? Que lo traigan a mi presencia. He dicho. Y al escuchar 'he dicho' los hermanos mayores se pusieron a aplaudir, se pusieron en pie y ovacionaron a lo que ellos creían que era su pregonero. Te seguiremos siempre y yo hasta escribiré de ti en mi blog, o en un periódico si tenemos suerte. Bravo. Y entre aplausos los políticos se mentían a la cara verdades como catedrales. El aspirante y el destronado pugnaban chapoteando sobre un agua que no era agua. ¡Pero si eso es saliva, hombre de Dios!, dijo entonces el viejo que pasaba por allí. Pero la verdad es que el viejo no pasaba; el viejo estaba. Llevaba allí desde cuando los moros de Franco hacían realidad en sus carnes los sueños prietos del mozo que entonces eran los viejos de ahora. O peor. Y las mujeres tenían las tetas de otra forma que a los españoles nos gustaban más y las veíamos menos. O yo qué sé. Pues tú más. Y el debate anda igual de fértil: cadáver de mosca, carne poca que ni para carroña. España al sol queda mejor y antes en costillar de película. El fotograma de una muerte anunciada.
28 de junio de 2011
Cadáver de mosca
Qué asco. Sólo hay moscas sobre el cuerpo lleno de oquedades de ese político que hay ahí, tirado en la cuneta. ¿Quién ha sido el jacobino que habló con el carpintero que hizo la guillotina aquella? Que lo traigan a mi presencia. He dicho. Y al escuchar 'he dicho' los hermanos mayores se pusieron a aplaudir, se pusieron en pie y ovacionaron a lo que ellos creían que era su pregonero. Te seguiremos siempre y yo hasta escribiré de ti en mi blog, o en un periódico si tenemos suerte. Bravo. Y entre aplausos los políticos se mentían a la cara verdades como catedrales. El aspirante y el destronado pugnaban chapoteando sobre un agua que no era agua. ¡Pero si eso es saliva, hombre de Dios!, dijo entonces el viejo que pasaba por allí. Pero la verdad es que el viejo no pasaba; el viejo estaba. Llevaba allí desde cuando los moros de Franco hacían realidad en sus carnes los sueños prietos del mozo que entonces eran los viejos de ahora. O peor. Y las mujeres tenían las tetas de otra forma que a los españoles nos gustaban más y las veíamos menos. O yo qué sé. Pues tú más. Y el debate anda igual de fértil: cadáver de mosca, carne poca que ni para carroña. España al sol queda mejor y antes en costillar de película. El fotograma de una muerte anunciada.